jueves, enero 19, 2006

DESCONGELARLOS Y ENTERRARLOS

Nostálgicos del franquismo
TRAS AÑOS de conservación, la justicia da la orden de descongelarlos y enterrarlos

MÀRIUS SERRA - 19/01/2006 La Vanguardia de Barcelona.
Sin duda, los Martinot son todo un ejemplo de familia unida. Cuando, en 1984, murió la madre con sólo 49 años, el padre se negó a separarse de ella. Convenció a las autoridades locales para que le permitiesen instalar una gran cámara frigorífica en la cripta de su castillo de Preuil, en el valle del Loira, y congeló el cuerpo de su difunta esposa, Mónique, a 60 grados bajo cero. Durante años, el doctor Raymond Martinot afrontó el mantenimiento del congelador con el dinero que cobraba a los visitantes por comprobar in situ que la interfecta vivía dignamente su posteridad. El tour consistía en una gélida visita a la cámara de 2,5x1,5 metros, adornada con una foto de la bella Mónique, flores frescas y un manual de instrucciones en caso de avería eléctrica. Cabe imaginarlo en esas secuencias nerviosas que gasta Woody Allen en sus películas de maridos y mujeres. "Pasen, pasen, que les presentaré a mi esposa, ejem, pero no se extrañen si no les saluda, porque está un poco indispuesta". Para los creyentes en la criogénesis, los cuerpos congelados pueden reanudar la vida en el momento menos pensado. Bastará con que la medicina avance lo suficiente para paliar la disfunción que la interrumpió. En esta suerte de religión glacial, Jules Verne es un dios, y Walt Disney, el profeta. Da igual que lo de su congelación sea una patraña. Un día el padre de Mickey Mouse volverá, como Elvis o Quetzalcóatl, para gran desesperación de sus herederos. La cuestión es que el doctor Martinot, fiel lector de Verne, mantuvo a su esposa en el congelador hasta que el reloj biológico, ya octogenario, se le paró en el 2002. Ante la muerte natural del padre, el heredero de tan gélido linaje tuvo claro que sus progenitores debían descansar juntos como los amantes de Teruel, pero en vez de descongelar a la madre, decidió congelar al padre. Repitió las gestiones que, años atrás, había hecho el doctor, pero le dieron calabazas. El prefecto del siglo XXI no lo vio tan claro como su antecesor del XX y ahí empezó una batalla legal que ya dura cuatro años. La ley francesa no es muy clara al respecto. Da seis días para la inhumación o incineración del cadáver, pero nada dice sobre ataúdes refrigerados. Por eso los recursos del hijo del hielo han ido congelando el proceso de tribunal en tribunal hasta llegar a la máxima instancia. Esta semana ha trascendido que "en interés del orden y de la salud pública" Rémy Martinot deberá descongelar a sus padres. Por más que sus abogados hayan declarado que podrían apelar contra la decisión ante la Corte Europea de Derechos Humanos, no parece que tengan demasiadas posibilidades. Se acerca, pues, el día D de la desconexión. Una falsa eutanasia a las ilusiones criogénicas del hijo que, sin duda, atraerá a cineastas que deseen emular la operación que hizo Amenábar en Mar adentro,cambiando la cama por la nevera. Las recientes declaraciones de un vocal del Tribunal Supremo tildando de franquista a su presidente, el castizo Francisco José Hernando, podrían dar un giro alegórico al filme. En la adaptación, pongamos de Costa-Gavras, los Martinot serían franquistas; su hijo, un nostálgico, y el actual prefecto, un antifranquista nieto de republicanos. Pero, entonces, ¿qué sentencia emitiría el Tribunal Supremo?
Babies R Us Coupon
Babies R Us Coupon