lunes, mayo 30, 2005

GARAUDY EN CHILE

En la segunda quincena de abril visitó a Chile el pensador francés Roger Garaudy, próximo a cumplir 88 años, invitado al país trasandino por la Comunidad de Emaus, cuya sede central en Francia fuera fundada por el Abate Pierre. En el país trasandino dictó algunas conferencias en las universidades públicas y centros culturales y comunitarios. Roger Garady es filósofo, doctor en letras de la Sorbona, fue diputado por el partido comunista, estuvo preso en un campo de concentración tres años por integrar la resistencia contra el régimen colaboracionista de los nazis en Francia, posteriormente ocupó un cargo en el Comité Central del Partido Comunista francés y actualmente es director del Instituto para el Diálogo de las Civilizaciones, además de fundador del Centro Cultural de la Torre de la Calahorra, en Córdoba, donde se encuentra el único museo en España enteramente consagrado a la presencia musulmana en ese país.Fue expulsado del Partido Comunista por criticar a la Unión Soviética y hace ya aproximadamente treinta años abrazó el Islam abriendo una puerta esencial, la del universo islámico, a la crítica situación de la intelectualidad europea y occidental en general.Los temas que abordó Garaudy en su gira por Chile son los que se hayan impresos en su profusa obra en la que la que combate contra los males de nuestra época denunciando a todos aquellos que se oponen al diálogo enriquecedor y que insisten en querer imponer por la fuerza un sistema capitalista demencial e inhumano al que él define como una nueva vieja religión, la del monoteísmo del mercado. Esta nueva modalidad del viejo imperialismo se haya en el polo opuesto de las enseñanzas de los grandes profetas de la humanidad. Creo que Roger Garaudy ha dado un paso muy trascendente que ha sido saber sobreponerse a la estrechez del pensamiento ateo y agnóstico, abriéndose a la revelación infinita del Islam, destruyendo todo el esfuerzo falso y fútil del imperialismo y su propaganda que pretenden separar de forma infranqueable a la razón de la revelación y la fe. Garaudy es uno de los grandes pensadores europeos y su intelecto fuerte ha sabido trasponer muchas fronteras para saber abrazar a las expresiones más grandes de la cultura universal. Además supo entrever que las grandes revelaciones del Dios Unico y las enseñanzas de Sus Profetas deben ser muy tenidas en cuenta para conocer en toda su profundidad a la realidad y para derrotar definitivamente a la forma más colosal de tiranía desarrollada alguna vez entre los hombres a escala tan planetaria. Como bien dice este pensador, la justicia social no es un fin en sí mismo, si todos tuviesen el pan, aún quedaría el tema del sentido más profundo de la vida que no se colma sino con el conocimiento y la cercanía a Dios, el Principio y Fin de todas las cosas.Dice Garaudy en Hacia una guerra de religión el debate del siglo (págs. 16, 17): Roger Garaudy"Nuestra época no es atea. El monoteísmo del mercado engendra el culto de numerosos ídolos, como el dinero, el poder, los nacionalismos o los integrismos.La tarea más urgente para hacer frente a este monoteísmo omnipotente en la actualidad, es congregar a todos aquellos para los que la vida tiene un sentido y que son conscientes de que son personalmente responsables de descubrirlo y de ponerlo en práctica....La vida sólo puede tener sentido si el mundo es uno y no un mundo como el actual, en el que algunos son cada vez más ricos a costa de que los demás se hagan cada vez más pobres".La unidad de la que tenemos que volvernos conscientes según Garaudy no es la que quiere imponer a cualquier costo la globalización actual del dominio de los capitales, sino la que emana del Dios Unico creador de todo el universo y presente en todas las grandes tradiciones de la humanidad desde el taoísmo chino hasta el Gran Espíritu de los Indios de América, pasando por los Upanishads y las grandes religiones monoteístas como el judaísmo, el cristianismo y por último el Islam donde se la sacralidad cobra una intensidad, multidimensionalidad y equilibrio óptimos.Dice Garaudy: (ibídem, pág. 19) "no una unidad hegemónica e imperialista, una unidad de dominación, sino una unidad sinfónica, a la que cada pueblo aporte su contribución propia de trabajo, de cultura y de fe... El obstáculo principal, hoy, respecto a este objetivo, es la imposición del liberalismo económico que pretende identificarse con la libertad humana y la democracia, cuando es todo lo contrario: la libertad que tienen los más ricos y los más fuertes para devorar a los más pobres y a los más débiles".Otro gran aporte a la cultura universal de este pensador es que reta a Occidente a dejar de ocultar su tercer gran herencia y reconocerla como el mejor modo de superar, antes de que sea demasiado tarde, la crisis en que se halla inmersa y que a la que somete al resto del mundo. Así como en la Edad Media el Islam ayudó a Europa a salir del estancamiento, ésta fue muy ingrata para con la civilización islámica y el resultado es que hoy ha caído en una crisis peor y más peligrosa que la anterior. Dice Garaudy en su libro Promesas del Islam (Ed. Planeta, 1982, pág. 15) que hace trece siglos que Occidente ha negado la herencia arábigo-islámica, que hubiera podido, y todavía puede, no sólo reconciliarle con las demás sabidurías del mundo, sino ayudarle a tomar conciencia de las dimensiones divinas y humanas de las que se automutiló al desarrollar unilateralmente su voluntad de poderío sobre la naturaleza y los hombres.Porque el Islam no sólo integró, fecundó y difundió, desde el mar de China hasta el Atlántico y de Samarcanda a Tombuctú, las culturas más antiguas y más elevadas, las de China e India, de Persia y Grecia, de Alejandría y de Bizancio. Aportó a los imperios desintegrados y a las civilizaciones agonizantes el alma de una nueva vida colectiva, devolvió a los hombres a sus sociedades sus dimensiones específicamente humanas y divinas de trascendencia y de comunidad y, a partir de esta fe sencilla, fuerte, el fermento de un resurgir de las artes y las ciencias, de la sabiduría profética y de sus leyes.El primer renacimiento de Occidente se esbozó en la España musulmana, cuatro siglos antes que en Italia.Podría haber sido un renacimiento universal. Por el rechazo a la tercera herencia (sólo reconoce la greco-latina), que podía unir a Oriente y a Occidente (y darles el equilibrio que no tienen), por una secesión que, durante siglos, le privaría del aporte fecundo de todas las culturas, la aventura mortal de la hegemonía iba a conducir a Occidente, y con él al mundo que dominaba, hacia un modelo suicida de crecimiento y de civilización.Lo que ha llegado a ser el mito y el dogma del progreso, ha conducido a la más deshumanizada regresión de la historia.Hasta aquí vemos aspectos del aporte que a mi juicio constituyen lo más positivo del filósofo galo. Pero, en lo que respecta al Islam encontramos lo más valioso pero también lo más endeble de este pensador. Valioso porque invoca al Islam y lo reintroduce en el horizonte intelectual de occidente con gran valentía y honestidad, pero endeble porque no lo ha podido comprender en su profundidad espiritual y mística. Quizás porque, como me ha sugerido un académico musulmán, su mirada al Islam no pudo despojarse de una suerte de extrapolación de lo que fue el protestantismo en el seno de la cristiandad europea y Garaudy no pudo descubrir, aún, la necesaria mediación existente del Profeta, su Familia y sus auténticos seguidores, entre la revelación coránica y nuestra capacidad actual para comprenderlo y aplicarlo a nuestra realidad. El pensador francés cae en un exceso cuando pretende erigirse como un intérprete del Sagrado Corán en nuestra época sin interponer más que la lógica limitación de su conocimiento sobre la realidad del libro revelado al Profeta Muhammad (BPD).Garaudy sostiene que la enfermedad del Islam (ibídem, págs. 36, 37) "consiste en confundir la sharia, el camino eterno y universal iniciado en nombre de Dios por todos los profetas, con la legislación que se puede inspirar en ella en cada época.Esta pretensión de aplicar la sharia confundiendo la sharia divina, tal como es definida en el Corán, con el fiqh, es decir (según su interpretación), con las aplicaciones humanas que se sucedieron a lo largo de la historia —y mezclando las interpretaciones de los juristas más o menos obnubilados por las presiones del poder—, es hoy la principal enfermedad del Islam".El filósofo francés cree que: "cada uno de nosotros es personalmente responsable de contribuir a la solución de los problemas de nuestro tiempo y, por lo tanto, de llevar adelante esta búsqueda de la que lo grandes juristas del pasado nos dieron ejemplo haciendo el esfuerzo necesario (iytihad) para resolver los problemas de su tiempo". Además concluye que para aplicar la ley islámica (sharia), no nos podemos contentar con razonar por deducción sino debemos hacerlo por analogía" (pág. 43).Coincidimos con Garaudy en la importancia trascendental del iytihad para no caer en dogmatismos e inmovilismos que fosilizan a la religión convirtiéndola en un fin en sí misma, cuando no es más que el mejor medio para llegar al Fin Ultimo que es Dios mismo, al que además por ser absoluto no se termina de alcanzar nunca. El Corán mismo se opone a una interpretación literal. Esta crítica es válida para quienes insisten en mantener cerrada, sobre todo por cuestiones de tipo político, las puertas del iytihad en materia de jurisprudencia islámica, pero en el ámbito en que la puerta del esfuerzo intelectual por interpretar y deducir las leyes nuevas para las situaciones nuevas o cambiantes de nuestra época está abierta, la cosa es diferente y es necesario tener más cuidado en la objeción y distinguir con precisión las cosas. Diferimos porque el iytihad tiene condiciones de conocimiento que no lo habilitan a cualquier musulmán para realizar con éxito seguro este ejercicio de gran rigor intelectual y responsabilidad. Además las leyes proféticas no son cambiantes, las situaciones para su aplicación varían y puede suspenderse la aplicación de una ley en una situación especial, el discernirlo compete a los muytahidin, quienes mediante la guía de la sunna profética y los detalles que de ella dieron los Imames de la Descendencia Profética (la Paz sea con todos ellos), más la suficiente preparación del sabio que alcanza el rango del iytihad, pueden hacerlo, cuidando la integridad del mensaje islámico y la unidad de criterio de los musulmanes. Sería menester que los sabios islámicos debatan en profundidad este tema con este importante pensador que es Garaudy, sea en Francia o en las periódicas visitas que realiza a la República Islámica u otros lugares del mundo islámico y que el pensador francés y quienes siguen su pensamiento tengan esta apertura para profundizar el diálogo con los sabios musulmanes. Al diálogo entre las civilizaciones lo debe acompañar un intenso, libre y profundo diálogo de los sabios islámicos y los intelectuales musulmanes para que se beneficien todos los creyentes
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