MATEMATICAS Y VIDA
Hopkins y Paltrow, entre las matemáticas y la vida
LA VANGUARDIA - 06/09/2005John Lennon dijo alguna vez que la vida es lo que nos pasa mientras hacemos planes. Una incógnita por resolver. John Madden (director de Shakespeare in love), lleva esta premisa un paso más allá en Proof (Prueba), un filme que habla de la vida como de una incógnita de la que apenas sabemos las reglas. Se centra Proof en una brillantísima joven matemática (Gwneth Paltrow, la que fuera también protagonista de Shakespeare...), que lo ha dejado todo por cuidar a su padre (Anthony Hopkins), un afamado matemático que ha enloquecido en el tramo final de su vida. El padre muere y ella se queda perdida entre las certezas de su especialidad científica y las incógnitas de su existencia. Inquieta incluso sobre su propia salud mental. El filme, presentado ayer en la sección competitiva del certamen, se basa en una pieza teatral homónima escrita por David Auburn, que fue reconocida con el Pulitzer en el año 2000 y resultó un longevo éxito en la cartelera de Nueva York. Proof contrapone las incógnitas de la vida cotidiana a las certezas propias de las matemáticas. En este sentido, es un filme de tesis. En matemáticas las soluciones a los problemas, por complejos que éstos sean, surgen de la aplicación de rigurosas reglas: hipótesis, deducciones, corolarios, y luego llega la prueba final: el resultado indiscutible. En la vida real, en cambio, tal como subraya Proof, hay que negociar constantemente con esas reglas, e incluso así todas las soluciones son provisionales. Un planteamiento original para un filme impecable, de Oscar, pero en el que John Madden, su director, hace demasiadas trampas a la hora de introducir el comodín de un amor romántico para aplanar las incógnitas. Con el amor se eliminan las incertidumbres. Un amor salvador demasiado tópico, en su forma, representado por el encuentro con el siempre efectivo Jake Gyllenhaal (protagonista a su vez de Brokeback Mountain, de Ang Lee, también en la sección competitiva de la Mostra), que salva a la protagonista de llegar al final de su teorema existencial. Proof es un filme original en su planteamiento y efectiva en su desarrollo, pero que al final te deja la desagradable sensación de haberla pillado con la chuleta en mano, como si estuviera copiando en un examen. De matemáticas, por supuesto.
LA VANGUARDIA - 06/09/2005John Lennon dijo alguna vez que la vida es lo que nos pasa mientras hacemos planes. Una incógnita por resolver. John Madden (director de Shakespeare in love), lleva esta premisa un paso más allá en Proof (Prueba), un filme que habla de la vida como de una incógnita de la que apenas sabemos las reglas. Se centra Proof en una brillantísima joven matemática (Gwneth Paltrow, la que fuera también protagonista de Shakespeare...), que lo ha dejado todo por cuidar a su padre (Anthony Hopkins), un afamado matemático que ha enloquecido en el tramo final de su vida. El padre muere y ella se queda perdida entre las certezas de su especialidad científica y las incógnitas de su existencia. Inquieta incluso sobre su propia salud mental. El filme, presentado ayer en la sección competitiva del certamen, se basa en una pieza teatral homónima escrita por David Auburn, que fue reconocida con el Pulitzer en el año 2000 y resultó un longevo éxito en la cartelera de Nueva York. Proof contrapone las incógnitas de la vida cotidiana a las certezas propias de las matemáticas. En este sentido, es un filme de tesis. En matemáticas las soluciones a los problemas, por complejos que éstos sean, surgen de la aplicación de rigurosas reglas: hipótesis, deducciones, corolarios, y luego llega la prueba final: el resultado indiscutible. En la vida real, en cambio, tal como subraya Proof, hay que negociar constantemente con esas reglas, e incluso así todas las soluciones son provisionales. Un planteamiento original para un filme impecable, de Oscar, pero en el que John Madden, su director, hace demasiadas trampas a la hora de introducir el comodín de un amor romántico para aplanar las incógnitas. Con el amor se eliminan las incertidumbres. Un amor salvador demasiado tópico, en su forma, representado por el encuentro con el siempre efectivo Jake Gyllenhaal (protagonista a su vez de Brokeback Mountain, de Ang Lee, también en la sección competitiva de la Mostra), que salva a la protagonista de llegar al final de su teorema existencial. Proof es un filme original en su planteamiento y efectiva en su desarrollo, pero que al final te deja la desagradable sensación de haberla pillado con la chuleta en mano, como si estuviera copiando en un examen. De matemáticas, por supuesto.
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