BACHELET Y USA
La aspiración de la Casa Blanca de que la nueva Presidenta ejerza un claro papel en la región
El rol que EEUU pretende para Bachelet
En Washington creen que Bachelet puede "sudamericanizar" a Chile en el buen sentido, es decir, volverlo un actor en el complejo proceso actual, caracterizado por fuertes corrientes sociales de protesta y la clara dicotomía entre una izquierda nacionalista dura y una izquierda moderada con vocación de mundo. Estados Unidos ve en Bachelet a alguien que puede transmitir una opinión sobre la mejor forma de abordar a ciertos gobiernos, un papel que hasta antes de la toma de posesión se pensaba que lo podía jugar casi exclusivamente Brasil.
Alvaro Vargas Llosa, corresponsal en Washington
Fecha edición: 19-03-2006 La 3era de la Hora
La administración Bush ve a Michelle Bachelet más dispuesta a involucrarse y bajar al llano vecinal. En la fotografía, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, junto a la Presidenta chilena el día que ambas se reunieron en Cerro Castillo horas antes de la ceremonia de traspaso de mando.
EEUU aspira a que Bachelet juegue un papel moderador en la región sudamericana y ayude a facilitar un mayor diálogo entre Washington y la izquierda moderada.
EEUU aspira a que Bachelet juegue un papel moderador en la región sudamericana y ayude a facilitar un mayor diálogo entre Washington y la izquierda moderada.
Estados Unidos tiene muchas esperanzas de que la Presidenta Michelle Bachelet juegue un papel moderador en la región sudamericana y ayude a facilitar un mayor diálogo entre Washington y la izquierda moderada. Esta es la conclusión categórica que arrojan sendas consultas de este cronista en el Departamento de Estado, el Consejo Nacional de Seguridad, el Congreso y el brazo "latinoamericano" del Partido Republicano.
Se sostiene que hay tres factores que permiten pensar que el gobierno de Bachelet podría resultar más eficaz que el anterior en los aspectos mencionados: el hecho de ser un gobierno entrante implica que las relaciones con muchos vecinos cobran nueva vida después de un período de relaciones algo complicadas; la Presidenta es más proclive que su antecesor a la diplomacia informal, alejada de la solemnidad del cargo, y, por último, la fuerte proyección internacional que ha dado a Chile la biografía particular y la condición de mujer de la nueva Presidenta permitirán a la administración entrante, al menos en una etapa inicial, tener influencia en el vecindario sudamericano.
La paradoja de Chile ha sido ser visto como un país modelo en la región y, sin embargo, por ser "distinto", ser tratado como un país que no era propiamente miembro del "club" sudamericano. Por tanto, aunque la influencia de su "ejemplo" era evidente, la de su voz política lo era menos. Bachelet, creen en Washington, puede "sudamericanizar" a Chile en el buen sentido, es decir volverlo un actor en el complejo proceso actual, caracterizado por fuertes corrientes sociales de protesta y la clara dicotomía entre una izquierda nacionalista dura y una izquierda moderada con vocación de mundo.
El Departamento de Estado, por medio de su vocero Justin Higgins, declaró que "la secretaria de Estado Condoleezza Rice, como ella misma lo afirmó recientemente, ha querido hacer un gesto muy especial a Chile en este cambio de mando y la relación que proyectamos no se agota en el aspecto bilateral, sino que también hay la vocación de desarrollar una relación de proyección regional". En la oficina de Dan Fisk, el hombre de Bush para América Latina en el Consejo de Seguridad, aseguran que "el nuevo gobierno puede jugar un rol activo en la región sudamericana y su opinión se escuchará con respeto". Traducido al lenguaje común, esto quiere decir: Estados Unidos ve en Bachelet alguien que puede transmitir una opinión sobre la mejor forma de abordar a ciertos gobiernos.
Hay aquí una novedad interesante. Hasta antes de la toma de posesión, se pensaba que ese papel lo podía jugar casi exclusivamente Brasil, porque se percibía que Chile, país en quien Washington confía mucho, inspiraba sin embargo una suerte de prevención en los vecinos que hacía difícil su papel de "puente". De hecho, como lo confirmó a este diario Eric Watnik, de la oficina del subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, "la administración ya ha tenido encuentros con el Presidente y las autoridades de Brasil en las que el tema latinoamericano en general ha sido importante". En este caso, "tema latinoamericano" quiere decir: cómo relacionarse mejor con los gobiernos de izquierda moderada y cómo evitar que la política exterior estadounidense provoque un fortalecimiento de opciones radicales. No se pensaba que Chile podía aportar grandes consejos en la práctica en este terreno precisamente por ser percibido como un país "superior" en la región. Ahora, se ve a Bachelet más dispuesta a involucrarse y bajar al llano vecinal.
Un funcionario del Departamento de Estado que nos pidió mantener su nombre en reserva afirmó a La Tercera que "ahora tenemos a Chile, además de Brasil, como una fuente de consulta más activa en casos como el de Evo Morales, Néstor Kirchner y, eventualmente, Ollanta Humala en Perú".
El factor Bolivia es importante para la estrategia de Estados Unidos en la región. Por razones excepcionales, especialmente el esfuerzo proselitista de Chávez fuera de Venezuela, Bolivia ha adquirido importancia estratégica para Washington. La idea es evitar su radicalización. Por eso mismo Washington ha multiplicado los gestos: la secretaria Rice ha dicho que mantendrá los 500 millones de dólares de ayuda a ese país; en principio Estados Unidos contempla la posibilidad de mantener el acceso privilegiado de ciertas exportaciones bolivianas aun si no se firma un TLC; la propia Rice va a recibir pronto al vicepresidente boliviano para tratar la forma en que puede evitarse que el TLC entre Washington y Bogotá afecte las oleaginosas que Bolivia le exporta a Colombia, a razón de casi 200 millones de dólares por año, y, finalmente, como aseguró un funcionario del Instituto Republicano Internacional, brazo latinoamericano del Partido Republicano, "Bush no ha dicho del todo que no a la posible visita a Bolivia sugerida por Evo Morales".
El acercamiento de Bachelet y Evo Morales representa, en este contexto, lo que los norteamericanos llaman una "ventana de oportunidad". Se da por descontado que habrá momentos en que Evo Morales radicalice el lenguaje y haga gestos como el ocurrido recientemente contra la empresa española Repsol para "jugar para la galería". Estados Unidos aspira a que esos gestos no pasen de ser eso mismo: simples gestos. Por ello, cree que es importante que Bachelet dé un desarrollo a la relación que estableció con Morales en Chile hace pocos días. Si ella se suma al Presidente Lula en el esfuerzo por impedir que Morales acabe en los brazos de Chávez, Estados Unidos está dispuesto a mirar a otro lado cuando de tanto en tanto la retórica de Morales apunte sus dardos contra Washington. Esta es la impresión que arrojaron las conversaciones off the record con tres personas ligadas al senador John McCain, incluyendo un alto funcionario del Instituto Republicano Internacional.
Igualmente interesante es el hecho de que Estados Unidos haya decidido por ahora no dar armas a Chávez para afianzar su base interna con ataques al imperialismo. Hace pocos días, Karen Hughes, a quien le han creado un cargo diplomático por encargo de Bush y bajo la jefatura de Rice para promover la imagen de Estados Unidos, dijo, durante una visita a Colombia, que el Presidente "hace todos los esfuerzos posibles para mejorar la relación con Venezuela". Que esto lo diga Hughes, mujer estrechamente cercana al Presidente, implica una nueva táctica frente a Caracas. Según una fuente del Departamento de Estado, "Bachelet, aunque en bastante menor medida que en otros casos, puede jugar allí un papel, porque parece más dispuesta que Lagos a convivir amigablemente con el venezolano".
Otros elementos apuntan al cambio de tono y enfoque de Estados Unidos. Entre ellos, la reunión de la secretaria de Estado con Tabaré Vázquez, a quien ya se percibe en Washington como un hombre de la izquierda moderada en contraposición, no sólo a Chávez, sino a Kirchner, con quien lleva desde hace varios meses un enfrentamiento. Estados Unidos cree que Uruguay pesa poco por sí solo, pero si Chile se suma a Uruguay en una conversación permanente con Washington sobre América Latina, el efecto puede ser desproporcionadamente importante por el simbolismo. Nadie puede acusar a Vázquez, hombre de raíces marxistas, de "derechista". Lo mismo ocurre con Bachelet por el poderoso simbolismo de su biografía. "No olvidemos", dice la oficina de McCain, que "el simbolismo es importante, porque le es mucho más difícil a Chávez atacar a Vázquez y Bachelet conjuntamente que a alguien como Fox, percibido como más proclive a Estados Unidos por ser del PAN".
Un reciente episodio demuestra la nueva estrategia de Estados Unidos en la región, consistente en bajar un poco el tono, convivir con los moderados aun si son de izquierda y evitar dar armas a los radicales. Hace pocos días el senador McCain lideró un pedido en el Congreso para que Estados Unidos deje de sancionar con recortes de la ayuda militar a aquellos países latinoamericanos que se niegan a dar garantías a los soldados estadounidenses contra eventuales acciones del Tribunal Penal Internacional. La propia Rice dijo que estos recortes eran "como dispararse uno mismo al pie".
Otro factor que evidencia un giro es que Estados Unidos haya decidido, en la práctica, reducir el énfasis en la erradicación forzosa de la hoja de coca como condición para desarrollar relaciones en los países andinos. Esto lo hace pensando no sólo en Morales, sino en Ollanta Humala, quien está ahora a la par con Lourdes Flores en los sondeos en Perú.
En ese contexto de moderación, o de lo que el Departamento de Estado llama "diplomacia transformacional" -consistente en trabajar con aliados para garantizar el buen gobierno-, Washington ve a Bachelet como una pieza potencialmente clave por la autoridad que le dan sus credenciales de izquierda y, al mismo tiempo, la garantía que ofrece tratándose de un gobierno democrático, partidario de las buenas relaciones con el norte y defensor de la economía de mercado.
El rol que EEUU pretende para Bachelet
En Washington creen que Bachelet puede "sudamericanizar" a Chile en el buen sentido, es decir, volverlo un actor en el complejo proceso actual, caracterizado por fuertes corrientes sociales de protesta y la clara dicotomía entre una izquierda nacionalista dura y una izquierda moderada con vocación de mundo. Estados Unidos ve en Bachelet a alguien que puede transmitir una opinión sobre la mejor forma de abordar a ciertos gobiernos, un papel que hasta antes de la toma de posesión se pensaba que lo podía jugar casi exclusivamente Brasil.
Alvaro Vargas Llosa, corresponsal en Washington
Fecha edición: 19-03-2006 La 3era de la Hora
La administración Bush ve a Michelle Bachelet más dispuesta a involucrarse y bajar al llano vecinal. En la fotografía, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, junto a la Presidenta chilena el día que ambas se reunieron en Cerro Castillo horas antes de la ceremonia de traspaso de mando.
EEUU aspira a que Bachelet juegue un papel moderador en la región sudamericana y ayude a facilitar un mayor diálogo entre Washington y la izquierda moderada.
EEUU aspira a que Bachelet juegue un papel moderador en la región sudamericana y ayude a facilitar un mayor diálogo entre Washington y la izquierda moderada.
Estados Unidos tiene muchas esperanzas de que la Presidenta Michelle Bachelet juegue un papel moderador en la región sudamericana y ayude a facilitar un mayor diálogo entre Washington y la izquierda moderada. Esta es la conclusión categórica que arrojan sendas consultas de este cronista en el Departamento de Estado, el Consejo Nacional de Seguridad, el Congreso y el brazo "latinoamericano" del Partido Republicano.
Se sostiene que hay tres factores que permiten pensar que el gobierno de Bachelet podría resultar más eficaz que el anterior en los aspectos mencionados: el hecho de ser un gobierno entrante implica que las relaciones con muchos vecinos cobran nueva vida después de un período de relaciones algo complicadas; la Presidenta es más proclive que su antecesor a la diplomacia informal, alejada de la solemnidad del cargo, y, por último, la fuerte proyección internacional que ha dado a Chile la biografía particular y la condición de mujer de la nueva Presidenta permitirán a la administración entrante, al menos en una etapa inicial, tener influencia en el vecindario sudamericano.
La paradoja de Chile ha sido ser visto como un país modelo en la región y, sin embargo, por ser "distinto", ser tratado como un país que no era propiamente miembro del "club" sudamericano. Por tanto, aunque la influencia de su "ejemplo" era evidente, la de su voz política lo era menos. Bachelet, creen en Washington, puede "sudamericanizar" a Chile en el buen sentido, es decir volverlo un actor en el complejo proceso actual, caracterizado por fuertes corrientes sociales de protesta y la clara dicotomía entre una izquierda nacionalista dura y una izquierda moderada con vocación de mundo.
El Departamento de Estado, por medio de su vocero Justin Higgins, declaró que "la secretaria de Estado Condoleezza Rice, como ella misma lo afirmó recientemente, ha querido hacer un gesto muy especial a Chile en este cambio de mando y la relación que proyectamos no se agota en el aspecto bilateral, sino que también hay la vocación de desarrollar una relación de proyección regional". En la oficina de Dan Fisk, el hombre de Bush para América Latina en el Consejo de Seguridad, aseguran que "el nuevo gobierno puede jugar un rol activo en la región sudamericana y su opinión se escuchará con respeto". Traducido al lenguaje común, esto quiere decir: Estados Unidos ve en Bachelet alguien que puede transmitir una opinión sobre la mejor forma de abordar a ciertos gobiernos.
Hay aquí una novedad interesante. Hasta antes de la toma de posesión, se pensaba que ese papel lo podía jugar casi exclusivamente Brasil, porque se percibía que Chile, país en quien Washington confía mucho, inspiraba sin embargo una suerte de prevención en los vecinos que hacía difícil su papel de "puente". De hecho, como lo confirmó a este diario Eric Watnik, de la oficina del subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, "la administración ya ha tenido encuentros con el Presidente y las autoridades de Brasil en las que el tema latinoamericano en general ha sido importante". En este caso, "tema latinoamericano" quiere decir: cómo relacionarse mejor con los gobiernos de izquierda moderada y cómo evitar que la política exterior estadounidense provoque un fortalecimiento de opciones radicales. No se pensaba que Chile podía aportar grandes consejos en la práctica en este terreno precisamente por ser percibido como un país "superior" en la región. Ahora, se ve a Bachelet más dispuesta a involucrarse y bajar al llano vecinal.
Un funcionario del Departamento de Estado que nos pidió mantener su nombre en reserva afirmó a La Tercera que "ahora tenemos a Chile, además de Brasil, como una fuente de consulta más activa en casos como el de Evo Morales, Néstor Kirchner y, eventualmente, Ollanta Humala en Perú".
El factor Bolivia es importante para la estrategia de Estados Unidos en la región. Por razones excepcionales, especialmente el esfuerzo proselitista de Chávez fuera de Venezuela, Bolivia ha adquirido importancia estratégica para Washington. La idea es evitar su radicalización. Por eso mismo Washington ha multiplicado los gestos: la secretaria Rice ha dicho que mantendrá los 500 millones de dólares de ayuda a ese país; en principio Estados Unidos contempla la posibilidad de mantener el acceso privilegiado de ciertas exportaciones bolivianas aun si no se firma un TLC; la propia Rice va a recibir pronto al vicepresidente boliviano para tratar la forma en que puede evitarse que el TLC entre Washington y Bogotá afecte las oleaginosas que Bolivia le exporta a Colombia, a razón de casi 200 millones de dólares por año, y, finalmente, como aseguró un funcionario del Instituto Republicano Internacional, brazo latinoamericano del Partido Republicano, "Bush no ha dicho del todo que no a la posible visita a Bolivia sugerida por Evo Morales".
El acercamiento de Bachelet y Evo Morales representa, en este contexto, lo que los norteamericanos llaman una "ventana de oportunidad". Se da por descontado que habrá momentos en que Evo Morales radicalice el lenguaje y haga gestos como el ocurrido recientemente contra la empresa española Repsol para "jugar para la galería". Estados Unidos aspira a que esos gestos no pasen de ser eso mismo: simples gestos. Por ello, cree que es importante que Bachelet dé un desarrollo a la relación que estableció con Morales en Chile hace pocos días. Si ella se suma al Presidente Lula en el esfuerzo por impedir que Morales acabe en los brazos de Chávez, Estados Unidos está dispuesto a mirar a otro lado cuando de tanto en tanto la retórica de Morales apunte sus dardos contra Washington. Esta es la impresión que arrojaron las conversaciones off the record con tres personas ligadas al senador John McCain, incluyendo un alto funcionario del Instituto Republicano Internacional.
Igualmente interesante es el hecho de que Estados Unidos haya decidido por ahora no dar armas a Chávez para afianzar su base interna con ataques al imperialismo. Hace pocos días, Karen Hughes, a quien le han creado un cargo diplomático por encargo de Bush y bajo la jefatura de Rice para promover la imagen de Estados Unidos, dijo, durante una visita a Colombia, que el Presidente "hace todos los esfuerzos posibles para mejorar la relación con Venezuela". Que esto lo diga Hughes, mujer estrechamente cercana al Presidente, implica una nueva táctica frente a Caracas. Según una fuente del Departamento de Estado, "Bachelet, aunque en bastante menor medida que en otros casos, puede jugar allí un papel, porque parece más dispuesta que Lagos a convivir amigablemente con el venezolano".
Otros elementos apuntan al cambio de tono y enfoque de Estados Unidos. Entre ellos, la reunión de la secretaria de Estado con Tabaré Vázquez, a quien ya se percibe en Washington como un hombre de la izquierda moderada en contraposición, no sólo a Chávez, sino a Kirchner, con quien lleva desde hace varios meses un enfrentamiento. Estados Unidos cree que Uruguay pesa poco por sí solo, pero si Chile se suma a Uruguay en una conversación permanente con Washington sobre América Latina, el efecto puede ser desproporcionadamente importante por el simbolismo. Nadie puede acusar a Vázquez, hombre de raíces marxistas, de "derechista". Lo mismo ocurre con Bachelet por el poderoso simbolismo de su biografía. "No olvidemos", dice la oficina de McCain, que "el simbolismo es importante, porque le es mucho más difícil a Chávez atacar a Vázquez y Bachelet conjuntamente que a alguien como Fox, percibido como más proclive a Estados Unidos por ser del PAN".
Un reciente episodio demuestra la nueva estrategia de Estados Unidos en la región, consistente en bajar un poco el tono, convivir con los moderados aun si son de izquierda y evitar dar armas a los radicales. Hace pocos días el senador McCain lideró un pedido en el Congreso para que Estados Unidos deje de sancionar con recortes de la ayuda militar a aquellos países latinoamericanos que se niegan a dar garantías a los soldados estadounidenses contra eventuales acciones del Tribunal Penal Internacional. La propia Rice dijo que estos recortes eran "como dispararse uno mismo al pie".
Otro factor que evidencia un giro es que Estados Unidos haya decidido, en la práctica, reducir el énfasis en la erradicación forzosa de la hoja de coca como condición para desarrollar relaciones en los países andinos. Esto lo hace pensando no sólo en Morales, sino en Ollanta Humala, quien está ahora a la par con Lourdes Flores en los sondeos en Perú.
En ese contexto de moderación, o de lo que el Departamento de Estado llama "diplomacia transformacional" -consistente en trabajar con aliados para garantizar el buen gobierno-, Washington ve a Bachelet como una pieza potencialmente clave por la autoridad que le dan sus credenciales de izquierda y, al mismo tiempo, la garantía que ofrece tratándose de un gobierno democrático, partidario de las buenas relaciones con el norte y defensor de la economía de mercado.
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