SI NO SABES USAR LA LIBERTAD: LA ODIAS

"EN EL TRINEO DE SCHOPENHAUER":

NARRACION ALUCINANTE DE LA AGONIA BURGESA.
Los orígenes de Yasmina Reza son tan increíbles como su narrativa. Nacida en París en 1959 (porque sus progenitores A y B se conocieron allí), su padre era un moscovita descendiente de judíos expulsados de España y refugiados en Uzbekistán, mientras que su madre (violinista) provenía de una familia judía húngara. Reza es también autora de varias obras teatrales premiadas en Francia, Reino Unido, España y Estados Unidos, las cuales se han traducido a más de treinta idiomas.
En el trineo de Schopenhauer es una pequeña obra maestra. Para empezar, tenemos unos protagonistas dignos de Woody Allen. Son Ariel Chipman, su esposa Nadine, Serge Othon Weil (un amigo de la familia) y, cómo no, la psiquiatra que los trata, burgueses todos (en el mal sentido de la palabra: individuos que no saben usar su libertad, y por eso la odian) tan intelectualmente formados como vitalmente incapaces de hacer algo que no sea arrastrarse por el universo. El desencadenante, por decirlo así, de la trama (también por decirlo así) es la depresión en que cae Ariel Chipman: siendo profesor de filosofía especialista en Spinoza, termina volviéndose contra su maestro muerto y abrazando la doctrina romántica y telúrica de Schopenhauer. De ahí el título, a menos que a alguien se le ocurra una idea mejor.
Aun sin conocer las tendencias de Reza, es un detalle que la acción se desarrolle en su París natal. Los protagonistas encarnan a la perfección la decadencia de un Occidente que se mira el ombligo cuando hay un arma apuntándoles directamente a la frente. No hay nada fuera de ellos, todo es yo, yo, yo.
La novela se estructura por capítulos con forma de confesiones. La autora escribe párrafos largos apenas sin puntos, sólo comas, para reproducir la espontaneidad natural del pensamiento. Eso proporciona una inusitada fuerza íntima a la obra, que sumada al arrollador sentido del humor de Reza nos lleva a leer las novelita de un tirón, siempre y cuando las lágrimas provocadas por la agudeza de la autora lo permitan.