HAMAS DEBE CESAR SUS INCURSIONES EN ISRAEL
Los blindados israelíes invaden Gaza
Domingo, 04-01-09
LAURA L. CARO
CORRESPONSAL
AFP
La artillería autopropulsada israelí martilleó la Franja de Gaza durante toda la jornada, como preparación a la invasión
JERUSALÉN. Y el segundo sábado negro se desplomó sobre la franja de Gaza. Cumpliendo los peores pronósticos sobre el recrudecimiento de la operación «Plomo sólido», Israel lanzó ayer sobre el territorio palestino su anunciada incursión por tierra a la caza de objetivos de Hamás.
Minutos después de las 20,30 hora local -cuatro horas después de que se hiciera de noche- una primera columna de vehículos blindados penetraba en franja reventando brutalmente el muro de hormigón de su frontera norte. Lo hacía apoyada desde el aire por helicópteros armados, que iluminaban el terreno lanzando bengalas, y por buques de combate desde el Mediterráneo, además de unidades de Infantería, Ingenieros, Artillería e información de Inteligencia provista por el Shin Bet y las agencias de seguridad hebreas.
Movilización de reservistas
Casi simultáneamente, el Canal 10 de la televisión israelí anunciaba entre imágenes apocalípticas de guerra la aprobación del Gobierno para la inmediata movilización de «decenas de miles de reservistas», que se suman a los 9.200 ya acuartelados o desplegados.
Casi sin respiro, se comunicaba el registro del primer intercambio de fuego entre las tropas hebreas y las fuerzas islamistas, y en menos de una hora Hamás aseguraba ya a la cadena Al Arabiya haber matado varios soldados israelíes e Israel haber causado «docenas de muertos» entre los milicianos de Hamás. «No quiero engañar a nadie: la operación en Gaza no va a ser corta ni fácil, -advirtió el ministro de Defensa, Ehud Barak- vamos a seguir adelante aún siendo conscientes de que habrá retos, dificultades y también víctimas. Lo hacemos con la fe de que en este momento es nuestra obligación con nuestros ciudadanos y nuestro país». «Gaza será para vosotros una tumba, un camino de fuego e infierno», contraatacaba Hamás en Al Yasira.
Nada más empezar la invasión, el rugido de los blindados sacudió los cimientos de la ciudad de Beit Lahiya, la más cercana a las líneas fronterizas septentrionales. Allí ya se había dejado sentir como un terremoto el disparo de cientos de piezas de artillería que el Ejército judío empleó como preludio de la operación terrestre para pulverizar la carretera de Saladino -la mas importante de la franja, ya bombardeada- y reducir así la capacidad de los movimientos enemigos.
Para entonces, la población de Gaza asistía impotente y exhausta a una jornada del fin del mundo, en la que una combinación endiablada de fuego aéreo (que perpetró 23 ataques antes del amanecer), naval y artillero había acabado con la vida de casi 40 palestinos más. Y suman 466 en ocho días, según el cómputo del jefe de los Servicios de Emergencia palestinos, Moawiya Hassanien. Entre ellos, 74 niños y 38 mujeres, indica la misma fuente.
El general Yoav Galant
Más de 10.000 soldados, incluidos adscritos a unidades especiales, se encontraban apostados en las proximidades de la franja a la espera de la orden de ataque, con instrucciones precisas sobre los objetivos a batir y el planeamiento de sus respectivas misiones, entregado a los mandos el pasado jueves por el responsable de la misión, general Yoav Galant, al frente del comando sur de las Fuerzas de Defensa israelíes.
Según fuentes oficiales, la decisión unánime del primer ministro, Ehud Olmert, de Barak, y de la jefa de la diplomacia, Tzipi Livni, de activar la incursión se adoptó el viernes por la noche, con ocasión de la cena judía del sabbat. Sobre la mesa, las recomendaciones de la cúpula de las Fuerzas Armadas de poner en marcha una «masiva, aunque relativamente corta» ofensiva por tierra, entendida dentro del aparato militar como «vía necesaria» para acometer el objetivo de destruir las posiciones de Hamás en Gaza que han inspirado a Israel en esta guerra.
Sin que se conozca hasta qué punto penetrarán, ni por cuánto tiempo permanecerán en Gaza las fuerzas terrestres, -se han barajado hasta cuatro hipótesis diferentes-, la incursión ha estado precedida en Israel de cálculos de índole política que han condicionado la elección de la fuerza y la oportunidad del ataque ante la constancia de que la opinión pública empezará a enfrentarse a las imágenes de los ataúdes con soldados muertos y que, al cabo, nada garantiza que la entrada de los tanques acabe con el disparos de los cohetes sobre suelo judío.
Las elecciones en el frente
El riesgo de que la ofensiva no sea percibida como una victoria en su final atenaza a los responsables políticos, que el día 10 de febrero se juegan el puesto en unas elecciones generales. «La sangre que recojan en Gaza será el camino más corto hacia el final de su carrera política», había advertido el viernes desde su exilio en Damasco el líder supremo de Hamás, Jaled Meshal, apuntando también al núcleo de los temores de Israel en esta entrada por tierra cuando advirtió que sus combatientes se concentrarán en secuestrar soldados judíos.
Domingo, 04-01-09
LAURA L. CARO
CORRESPONSAL
AFP
La artillería autopropulsada israelí martilleó la Franja de Gaza durante toda la jornada, como preparación a la invasión
JERUSALÉN. Y el segundo sábado negro se desplomó sobre la franja de Gaza. Cumpliendo los peores pronósticos sobre el recrudecimiento de la operación «Plomo sólido», Israel lanzó ayer sobre el territorio palestino su anunciada incursión por tierra a la caza de objetivos de Hamás.
Minutos después de las 20,30 hora local -cuatro horas después de que se hiciera de noche- una primera columna de vehículos blindados penetraba en franja reventando brutalmente el muro de hormigón de su frontera norte. Lo hacía apoyada desde el aire por helicópteros armados, que iluminaban el terreno lanzando bengalas, y por buques de combate desde el Mediterráneo, además de unidades de Infantería, Ingenieros, Artillería e información de Inteligencia provista por el Shin Bet y las agencias de seguridad hebreas.
Movilización de reservistas
Casi simultáneamente, el Canal 10 de la televisión israelí anunciaba entre imágenes apocalípticas de guerra la aprobación del Gobierno para la inmediata movilización de «decenas de miles de reservistas», que se suman a los 9.200 ya acuartelados o desplegados.
Casi sin respiro, se comunicaba el registro del primer intercambio de fuego entre las tropas hebreas y las fuerzas islamistas, y en menos de una hora Hamás aseguraba ya a la cadena Al Arabiya haber matado varios soldados israelíes e Israel haber causado «docenas de muertos» entre los milicianos de Hamás. «No quiero engañar a nadie: la operación en Gaza no va a ser corta ni fácil, -advirtió el ministro de Defensa, Ehud Barak- vamos a seguir adelante aún siendo conscientes de que habrá retos, dificultades y también víctimas. Lo hacemos con la fe de que en este momento es nuestra obligación con nuestros ciudadanos y nuestro país». «Gaza será para vosotros una tumba, un camino de fuego e infierno», contraatacaba Hamás en Al Yasira.
Nada más empezar la invasión, el rugido de los blindados sacudió los cimientos de la ciudad de Beit Lahiya, la más cercana a las líneas fronterizas septentrionales. Allí ya se había dejado sentir como un terremoto el disparo de cientos de piezas de artillería que el Ejército judío empleó como preludio de la operación terrestre para pulverizar la carretera de Saladino -la mas importante de la franja, ya bombardeada- y reducir así la capacidad de los movimientos enemigos.
Para entonces, la población de Gaza asistía impotente y exhausta a una jornada del fin del mundo, en la que una combinación endiablada de fuego aéreo (que perpetró 23 ataques antes del amanecer), naval y artillero había acabado con la vida de casi 40 palestinos más. Y suman 466 en ocho días, según el cómputo del jefe de los Servicios de Emergencia palestinos, Moawiya Hassanien. Entre ellos, 74 niños y 38 mujeres, indica la misma fuente.
El general Yoav Galant
Más de 10.000 soldados, incluidos adscritos a unidades especiales, se encontraban apostados en las proximidades de la franja a la espera de la orden de ataque, con instrucciones precisas sobre los objetivos a batir y el planeamiento de sus respectivas misiones, entregado a los mandos el pasado jueves por el responsable de la misión, general Yoav Galant, al frente del comando sur de las Fuerzas de Defensa israelíes.
Según fuentes oficiales, la decisión unánime del primer ministro, Ehud Olmert, de Barak, y de la jefa de la diplomacia, Tzipi Livni, de activar la incursión se adoptó el viernes por la noche, con ocasión de la cena judía del sabbat. Sobre la mesa, las recomendaciones de la cúpula de las Fuerzas Armadas de poner en marcha una «masiva, aunque relativamente corta» ofensiva por tierra, entendida dentro del aparato militar como «vía necesaria» para acometer el objetivo de destruir las posiciones de Hamás en Gaza que han inspirado a Israel en esta guerra.
Sin que se conozca hasta qué punto penetrarán, ni por cuánto tiempo permanecerán en Gaza las fuerzas terrestres, -se han barajado hasta cuatro hipótesis diferentes-, la incursión ha estado precedida en Israel de cálculos de índole política que han condicionado la elección de la fuerza y la oportunidad del ataque ante la constancia de que la opinión pública empezará a enfrentarse a las imágenes de los ataúdes con soldados muertos y que, al cabo, nada garantiza que la entrada de los tanques acabe con el disparos de los cohetes sobre suelo judío.
Las elecciones en el frente
El riesgo de que la ofensiva no sea percibida como una victoria en su final atenaza a los responsables políticos, que el día 10 de febrero se juegan el puesto en unas elecciones generales. «La sangre que recojan en Gaza será el camino más corto hacia el final de su carrera política», había advertido el viernes desde su exilio en Damasco el líder supremo de Hamás, Jaled Meshal, apuntando también al núcleo de los temores de Israel en esta entrada por tierra cuando advirtió que sus combatientes se concentrarán en secuestrar soldados judíos.
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