GUZMAN ERRAZURIZ
En los 60 años del nacimiento de Jaime Guzmán Errázuriz: 1946-2006
Peña y Rojas unidos El análisis gramatical de las clases de castellano era un ejercicio que alejaba a cualquiera del amor por el lenguaje. Las llavecitas ésas, los circulitos aquéllos formaban la inteligencia, sí, pero como que mataban la chispa del verbo.Y, quizás por eso, somos tan poco dados a quedarnos tiempo largo en una frase hasta sacarle su jugo conceptual. Pero a veces no hacerlo es suicida. Por ejemplo, a la siguiente expresión de Carlos Peña en El Mercurio del domingo pasado no cabe sino meterle seso hasta triturarla o morir:"Uno de los principios del diálogo democrático es que ningún tema -salvo las condiciones que lo hacen posible- ha de quedar excluido del mismo; la deliberación democrática no debe tener puntos ciegos," nos dijo Peña para justificar la discusión sobre la eutanasia, ahora llamada la terapia de Fulvio.Principios: Peña nos dice que el diálogo democrático tiene principios, es decir puntos de partida. Si son tales, están dados, son fijos, todos los debiéramos conocer porque la democracia y su diálogo se apoyan ahí, pero ¿cuáles son? Para el lector de Peña es un misterio su número y su entidad, pero no deja de ser alentador que los dé por reales, por existentes. ¿Será injusto pensar que Peña bajo la palabra "principios" intuye, sin poder rechazarla, la presencia de la tantas veces negada verdad objetiva?Ningún tema excluido del diálogo: Peña quiere que todo sea discutido, pero ¿siempre y sin fin? Imaginemos por un instante que no, que para Peña es importante que ese diálogo llegue a algún lado, que lo que tiene principios, tenga fin. Pero, qué problema, porque imaginamos entonces que ya que es diálogo lo que él pide y no votación, de nuevo lo que Peña intuye es que el diálogo debe llegar a la verdad, no a cualquier parte o punto. Porque si se tratara simplemente de votar, no hay para qué dialogar: votemos no más y dígase más directamente que ningún tema debe quedar excluido de votación.No debe haber puntos ciegos: Peña quiere que el diálogo pueda pasar por todas las coordenadas de la vida común, pero dos líneas más arriba nos dice que el diálogo no puede practicarse respecto de las condiciones que hacen posible ese mismo diálogo, o sea que no puede practicarse respecto de sus principios, o sea respecto de la noción de verdad.Caramba Carlos Peña, cuánto había en esa alambicada frase. Quizás la sentencia se pudo haber redactado mejor así: El principio fundante de la democracia y de quienes en ella dialogan es la verdad y todo diálogo referido a sus temas debe partir de las verdades evidentes -unas pocas, sus principios intocables- y buscar con su luz, las restantes.Si ésa fuese la interpretación correcta, Peña y Rojas unidos jamás serán vencidos. Si estuviésemos de acuerdo, nos juntamos y hacemos el catálogo de esas verdades evidentes en cuatro segundos tres décimas. Seguro, seguro que la vida y la dignidad aparecerían de inmediato y que, alumbrándose mutuamente, nos llevarían a un fecundo diálogo sobre cómo protegerlas mejor.
Iríamos juntos a ver a Fulvio y le diríamos que conviene que vuelva a estudiar Medicina.Gonzalo Rojas Sánchez
En los 60 años del nacimiento de Jaime Guzmán Errázuriz: 1946-2006
Peña y Rojas unidos El análisis gramatical de las clases de castellano era un ejercicio que alejaba a cualquiera del amor por el lenguaje. Las llavecitas ésas, los circulitos aquéllos formaban la inteligencia, sí, pero como que mataban la chispa del verbo.Y, quizás por eso, somos tan poco dados a quedarnos tiempo largo en una frase hasta sacarle su jugo conceptual. Pero a veces no hacerlo es suicida. Por ejemplo, a la siguiente expresión de Carlos Peña en El Mercurio del domingo pasado no cabe sino meterle seso hasta triturarla o morir:"Uno de los principios del diálogo democrático es que ningún tema -salvo las condiciones que lo hacen posible- ha de quedar excluido del mismo; la deliberación democrática no debe tener puntos ciegos," nos dijo Peña para justificar la discusión sobre la eutanasia, ahora llamada la terapia de Fulvio.Principios: Peña nos dice que el diálogo democrático tiene principios, es decir puntos de partida. Si son tales, están dados, son fijos, todos los debiéramos conocer porque la democracia y su diálogo se apoyan ahí, pero ¿cuáles son? Para el lector de Peña es un misterio su número y su entidad, pero no deja de ser alentador que los dé por reales, por existentes. ¿Será injusto pensar que Peña bajo la palabra "principios" intuye, sin poder rechazarla, la presencia de la tantas veces negada verdad objetiva?Ningún tema excluido del diálogo: Peña quiere que todo sea discutido, pero ¿siempre y sin fin? Imaginemos por un instante que no, que para Peña es importante que ese diálogo llegue a algún lado, que lo que tiene principios, tenga fin. Pero, qué problema, porque imaginamos entonces que ya que es diálogo lo que él pide y no votación, de nuevo lo que Peña intuye es que el diálogo debe llegar a la verdad, no a cualquier parte o punto. Porque si se tratara simplemente de votar, no hay para qué dialogar: votemos no más y dígase más directamente que ningún tema debe quedar excluido de votación.No debe haber puntos ciegos: Peña quiere que el diálogo pueda pasar por todas las coordenadas de la vida común, pero dos líneas más arriba nos dice que el diálogo no puede practicarse respecto de las condiciones que hacen posible ese mismo diálogo, o sea que no puede practicarse respecto de sus principios, o sea respecto de la noción de verdad.Caramba Carlos Peña, cuánto había en esa alambicada frase. Quizás la sentencia se pudo haber redactado mejor así: El principio fundante de la democracia y de quienes en ella dialogan es la verdad y todo diálogo referido a sus temas debe partir de las verdades evidentes -unas pocas, sus principios intocables- y buscar con su luz, las restantes.Si ésa fuese la interpretación correcta, Peña y Rojas unidos jamás serán vencidos. Si estuviésemos de acuerdo, nos juntamos y hacemos el catálogo de esas verdades evidentes en cuatro segundos tres décimas. Seguro, seguro que la vida y la dignidad aparecerían de inmediato y que, alumbrándose mutuamente, nos llevarían a un fecundo diálogo sobre cómo protegerlas mejor.
Iríamos juntos a ver a Fulvio y le diríamos que conviene que vuelva a estudiar Medicina.Gonzalo Rojas Sánchez
En los 60 años del nacimiento de Jaime Guzmán Errázuriz: 1946-2006
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