LA SERPIENTE MUERDE SU COLA

Nazis y comunistas
BALTASAR PORCEL - 18/05/2006 La Vanguardia de Barcelona

Volviendo sobre ese tema de la izquierda que hablamos ayer, fue curioso que Maragall en la sesión estatutaria del Senado citara a López Raimundo entre los líderes catalanistas Tarradellas y Pujol, a los que añadió a Reventós, pues el que fue tantos años líder del PSUC dirigió o toleró una lucha también catalanista, pero sobre todo antifranquista y en su etapa más dura con el objetivo de convertir a este país en otra Hungría o Ucrania. Hay diferencia, pues, entre él y los otros. Pero para Maragall parece que no. A la par que para muchos Pinochet fue peor de lo que es Castro, que ha cometido los mismos y peores desastres todavía más tiempo. ¿Por qué en Europa sigue tan vivo el antinazismo y se pasa página o casi con el comunismo, más implacable por más longevo en su dictadura y que pactó con Hitler? En Italia, para ceñirnos a la actualidad, no parece que sea posible que un Fini con su pasado y moderado neofascismo fuera nombrado primer ministro o presidente de la República, mientras un comunista hasta que no pudo serlo más porque la URSS se hundió, Napolitano, preside ahora el Estado, y otro preside el Congreso, Bertinotti, mientras aún encabeza un renovado partido comunista. Además, si López Raimundo como catalanista digamos tangencial puede ser invocado, ¿por qué no en cambio Porcioles, que también jugó a dos bandas, o López Rodó, que al fin colaboró con la democracia y el primer Estatut? El PC en la Francia de 1945, pongo por caso, no era aceptado entre las fuerzas democráticas de izquierda pese a su activa participación en la Resistencia, André Malraux es taxativo en sus Antimémoires: "La hostilidad a los comunistas por parte de los adversarios al capitalismo era de entrada una hostilidad al estalinismo. Preferían de mucho un capitalismo más o menos socializado a una policía de Estado convertida en el cuarto poder, en la ocasión el primero". Hoy se es antinazi por tres razones: porque el nazismo perdió la guerra sin remedio y hundió a sus países, porque su engreído matonismo irracional no casa con nuestro mundo hipercomunicado y por tanto pluralizado, y porque el universo judío ha mantenido viva su tragedia y su acusación en los influyentes círculos donde pesa: cine, prensa, edición, pensamiento, finanzas. Mientras, el comunismo se hundió solo, no hubo en contra una lucha terrible y luego sus adeptos se pasaron sin más al bando de la izquierda europea; a la vez, sus víctimas se quedaron en sus países, muertas o derrotadas; y al fin su teórica simulaba una racionalidad tal y era tan propagandística, que cautivó la siempre insegura mentalidad de muchos intelectuales de Occidente.