domingo, octubre 01, 2006

PARIS

Maldito París
La eterna París no lo sería tanto, seguro, si no se diera el tiempo para renovarse, para sorprender, para estrenar nuevos museos, refundar viejas barriadas, para darle una vuelta de tuerca a sus espacios públicos y, a fin de cuentas, para dejarte con la sensación de que no importa cuánto tiempo le dediques, ¡maldición!, nunca va a ser suficiente.
¿Qué datos y picás recomiendas para redescubrir la capital francesa? Texto y Fotografías: Mauricio Alarcón C., desde París. El Mercurio.
La excepción a la regla es París. Ya sabes, esa regla que dice que es mejor no hacerse expectativas sobre una ciudad, porque luego puedes quedar desilusionado. Pues bien, algo que debieras saber sobre París (o que ya sabes si has estado antes aquí) es que siempre te quedas corto. Corto de expectativas y también de tiempo. Da lo mismo de cuántos días dispongas: siempre te vas a ir refunfuñando, sintiendo que fue poco. Muy poco.Ahora, por ejemplo, estamos en el ondero restaurante Chai 33 (www.chai33.com), en uno de los nuevos sectores de la ciudad: Bercy Village (www.bercyvillage.com), una manzana de bodegas de ladrillo repleta de pubs sofisticados y bares en apariencia más sencillos, pero todos - como sucede a menudo en París- algo caros si quieres tomar riesgos e ir más allá de la siempre acertada opción del menú del día.En el Chai 33, donde ahora vemos mesas de formas irregulares hechas con pulidos troncos de madera, sillas design y tenues luces de colores, antes había sólo gastados toneles de vino que hacían escala de camino a las copas del resto de la ciudad. Es decir, el mismo almacén restaurado donde hoy seleccionas entre sofisticadas preparaciones de pescados y carnes, y prestigiosas etiquetas de vino, hasta hace no demasiado tiempo era sólo una de varias bodegas del terminal ferroviario que aún puedes encontrar a pocas cuadras de Bercy Village.Es lo que pasa siempre en París. Lo decía ayer Paul Roll, que a pesar del nombre, y del acento marcadamente rioplatense, es chileno y, más importante que eso, es managing director de la Oficina de Turismo y Convenciones de París. O sea, uno de los tipos encargados de mostrarle al mundo por qué debieras volver una vez más a la vieja y querida ciudad.Lo que decía Roll era que París siempre está discutiendo qué hacer consigo misma. A veces de manera oficial, con autoridades y urbanistas agarrándose de las mechas, y otras tantas por acción de los propios parisinos que ven encarecer los arriendos, y se mudan. O no les gustan los nuevos vecinos, y se mudan. O encuentran algo más original, alejado, silencioso, económico y, claro, se mudan. Y así va evolucionando la ciudad completa, porque aquí los ricos, los emergentes, los profesionales, las tribus no se atrincheran. No demasiado, al menos.En Bercy, el cambio fue promovido directamente por las autoridades. Y ahora los turistas cuentan con una nueva alternativa para ver qué diablos tiene que ofrecer la noche parisina, y se gastan al menos unas horas en la experiencia. Y conversan y beben, y deciden cuál de las novedades que tiene la ciudad van a ir a ver mañana. Es lo que hacemos todos. Es lo que París, la que siempre se renueva, te obliga a hacer.Esta vez, vamos a Les Marais. No hay mucha ciencia en la elección. En París tienes en realidad pocas posibilidades de equivocarte. Es decir, si estás obligado a decidir rápido, la bohemia Montmartre con sus callejuelas retorcidas y empinadas, mesas al aire libre y pintores ofreciendo retratos al minuto, puede parecer una caricatura de la parisinidad, pero igual es una bonita zona para caminar y aún está repleta de sitios genuinos, que no andan a la caza de turistas (tampoco los desprecian, desde luego). O puedes largarte a la elegante zona del Boulevard Saint Germain y no te arrepentirás.Son opciones convencionales, es cierto. Hasta excesivamente abusadas por el turismo, pero igualmente recomendables (si andas por Saint Germain, al menos haz escala por una cerveza en el café de la silenciosa plaza de Saint Sulpice, y dedícale unos momentos al familiar jardín del Palacio de Luxemburgo). Si hasta los paseos en barco por el Sena son buena idea, cuando tienes la suerte de llevar a la persona adecuada de la mano (desde 10 euros sólo por el paseo, y entre 95 y 140 euros si incluye cena al atardecer; www.bateauxparisiens.com). Y si quieres ponerte al día con lo más clásico de la ciudad, los buses de dos pisos, descapotados de Paris L'Opentour te dan un vistazo a todo lo que hay que ver, y te puedes bajar y subir cuantas veces quieras (25 euros diarios, 28 por dos días seguidos; www.paris-opentour.com).Pero si quieres darle una vuelta de tuerca al asunto, ponerte ingenioso, podrías probar con Les Marais, el viejo barrio judío de la ciudad, que ahora es conocido por cobijar a diseñadores emergentes, revolucionarios de la moda y la decoración, y un pujante sector gay que se anuncia con el correspondiente despliegue de banderas de arcoiris en balcones y vitrinas.De camino a Les Marais, saliendo de la Plaza de la Bastilla, por ejemplo, podrías partir por la rue St-Antoine, hacer un alto en la casa museo de Victor Hugo, y a metros de ahí, doblando por la rue de Birague, tomar un respiro en la íntima plaza des Vosges, un rectángulo de pasto, árboles y familias relajadas, encajonado entre altas fachadas del siglo 17. Hoy por ejemplo, te encuentras aquí a un grupo de música clásica, integrado por varios chilenos, poniendo la adecuada banda sonora para estos señoriales edificios.Luego es cosa de vagabundear. De preferencia, a lo largo de la rue des Francs Bourgeois, donde encuentras desde tiendas de diseño, muebles y objetos de decoración kitsch, hasta el sencillo estilo de algunos restaurantes de la zona. Y luego, puedes cruzar el corazón de la floreciente zona gay, lleno de cafetines y vitrinas donde echar un vistazo. Si te desvías en busca de la rue Payenne y luego por Thorigny, puedes asomarte al Museo Picasso (5, rue de Thorigny), que atesora una muy bien lograda muestra del pintor español. En cambio, si sigues de largo, llegas al Centro Pompidou (www.cnac-gp.fr), el museo de arte moderno con pinta de container gigante rodeado de rejas, tubos y cañerías, que vale la pena conocer por tres razones: uno, para hacerse una opinión propia frente a los que todavía alegan que este edificio sólo vino a perturbar un barrio más bien clásico; dos, darse una vuelta por la amplia explanada que tiene al frente, para ver qué ofrece (hoy tenemos desde jazzistas algo desabridos a un curioso grupo musical mongol, cuyos integrantes emiten sonidos que sólo parecían posibles con un didjeridoo, ese desde ahora ya no tan curioso instrumento australiano). ¡Ah! Y la tercera razón es que desde la terraza del museo tienes una de las mejores vistas de la ciudad. O al menos, una que no logras desde la torre Eiffel (uno de los miradores más populares, pero de donde no puedes ver el monumento más famoso de la ciudad: la propia torre). Y si quieres otra razón, hasta el 22 de octubre, en la quinta planta hay un muestra de obras de Picasso, Dalí, Ernst, Magritte, Miró y Kandinsky.Supongamos que has seguido más o menos tranquilo esta ruta, y has hecho las pausas que dan ganas de hacer, y cachureado donde hay que hacerlo, y probado los macarrones, esas tradicionales y coloridas golosinas redondeadas que cubren las vitrinas de algunas pattisseries, si has hecho todo eso, quizá ya sea de noche y quizá estés agotado. Si pasa lo primero y no importa lo segundo, podrías recompensarte con unas cervezas en una estrecha callejuela nada larga, a metros de la Plaza de la Bastilla. Se llama Rue de Lappe, y tiene una sucesión de bares sin pretensiones, divertidos, varios con nombres latinos, y público predominantemente joven, universitario y nada dispuesto a quedar en bancarrota por una humilde cerveza. Cerca de ahí, en la rue de la Roquette, está L'Ecluse, uno de varios restaurantes del mismo nombre, especializados en vinos y platos diseñados según esos vinos (el más nuevo de la cadena abrió en la exclusiva zona de Saint Honoré: 34, place du Marché Saint Honoré; www.leclusebaravin). Cerca de la plaza de la Bastilla hay otras dos opciones para comer, algo caras, ya se ha dicho, pero más razonables si te quedas con el menú: Les Grandes Marches (6 place de la Bastille; www.lesgrandesmarches.com) y Chez Bofinger (3, place de la Bastille). Pero opciones hay muchas. Estas calles están llenas de ellas.¿Buscas algo más taquillero? De eso también sobra. Puedes probar desde las hamburguesas de Ferdi (32, rue du Mont-Thabor), un sitio que se hizo famoso luego de que la actriz Penélope Cruz dijera que ahí se comían las mejores con queso de París, hasta el cuidado menú del intensamente rojo Mandala Ray, un sitio de esos donde a veces cantan tipos como Mike Hucknal, el colorín de los Simply Red, y donde los comensales de otras mesas pueden molestarse con los flashazos de tu cámara porque, según nos dicen esta noche, hay por ahí una princesa que termina sentada cerca del baño con tal de pasar desapercibida (platos desde 16 euros y menús por 27 euros con entrada y principal, o principal y postre; 32/34 rue Marbeauf, metro Roosevelt, línea 1; www.mandalaray.com). Y puedes rematar en el siempre taquillero Buddha-Bar (www.buddha-bar.com), que está celebrando sus diez años. O si tienes un amigo con suficientes contactos, en el mucho más exclusivo L'Etoile (www.letoile.com), donde unos guardias pueden resolver a los empujones la discusión sobre si te acercaste demasiado o no a la misma princesa que ya se sintió incomodada en el Mandala Ray.Los que se precian de conocer demasiado una ciudad, gustan de decir que no andes tonteando en tal o cual cosa, que ya es muy típico. Que qué vas a andar perdiendo el tiempo en las Tullerías; que, okey, hay que ver la torre Eiffel, pero rapidito y hay que partir aún más rápido en busca de algo más novedoso. Menos turístico."Que no te importe nada", puedes pensar mientras pruebas el primer plato en Chez Clément (menú por unos 23 euros; www.chezclement.com), un restaurante ubicado precisamente en los Campos Elíseos, otro de los clásicos de la ciudad.Si es tu primera vez en París, ¿quién podría reprocharte la secuencia de fotos de rigor en los sitios más típicos de la ciudad? Y si no lo es, debieras saber - y probablemente lo sabes- que aún las zonas más típicas tienen novedades cada temporada. Los Campos Elíseos, por poner un ejemplo sin mirar mucho más allá del plato, es la perfectamente recta avenida principal de la ciudad. Y también el corazón del comercio más elegante, sofisticado y chic de París, quizá sólo amenazado por las rutilantes vitrinas de Saint Honoré (donde los precios dan escalofríos, pero puedes encontrar algo ingenioso y no tan-tan caro entremedio de la divertida oferta design de Collette, una inspiradora tienda que mezcla desde estrenos y tendencias avanzadas en el vestir o el diseño como fundas Fendi o Dior para tu iPod, con objetos curiosos, libros conceptuales, muestras de arte y una barra generosa en variedades de agua; www.colette.fr).Pero hablábamos de los Campos Elíseos, que este año estrenó una mega tienda Louis Vuitton, cuya fachada tiene tantos devotos y es casi tan fotografiada como la del vecino Arco del Triunfo. También hay desfile de autos de lujo, chicos y chicas que te hacen sentir en una pasarela, y cafeterías donde vale la pena gastarse algunos euros, no pocos en verdad, por un café express que estiras mientras ves el estilo parisino desfilar frente a tus ojos.La lista de estrenos de la ciudad es sorprendente. Revisando algunos apuntes, sólo este año los parisinos vieron la reapertura del Teatro Odeon (www.theatre-odeon.fr), y el estreno de la estilizada Pasarela Simone de Beauvoir, que comunica a la curiosa Biblioteca Nacional de Francia Francois Miterrand (cuatro torres enfrentadas, que tienen forma de libros abiertos) con el bonito parque Bercy, del otro lado del Sena, donde encuentras la Maison du Cinema, el Palais Omnisports y la ya mentada Bercy Village (todos sitios fácilmente alcanzables ahora gracias a la moderna línea 14 del metro, la única completamente automatizada de la útil red subterránea parisina).Sigamos. También reabrió el Museo de Arquitectura y Patrimonio, el Arts Decoratifs (pegado al Louvre, es una excelente y exhaustiva muestra de estilo, diseño, artes textiles y decoración desde la Edad Media a nuestros días; www.ucad.fr) y el definitivamente imperdible Museo de L'Orangerie (www.musee-orangerie.fr), que además de su notable colección, tiene dos salones ovalados e iluminados naturalmente, exclusivamente dedicados a la exhibición de la serie los Nenúfares de Monet, siguiendo esta vez todas las instrucciones que el mismo autor dejó para su montaje. Este par de salones bien vale una estadía larga y relajada para sentir el despliegue de luces y colores de Monet, y casi compensa la frustrante sensación de que siempre quedó demasiado por ver, con la que inevitablemente sales del archiconcurrido y a veces insoportable (pero indispensable, hay que reconocer) Louvre.Por cierto, en el más famoso de los museos parisinos están presentando una muestra especial dedicada a los 400 años del gran Rembrandt, que se complementa con otra de aguas fuertes del mismo artista que montarán a partir del 19 de octubre en el también recientemente reestrenado Petit Palais (www.petitpalais.paris.fr).A propósito de museos, el estreno completamente ineludible en la ciudad es el chiche del presidente Jacques Chirac: el Musée du Quai-Branly (www.quaibranly.fr), estrenado este año, en junio, y dedicado a las artes nativas de todos los continentes. Ojo que el edificio en sí es un espectáculo por sus coloridos edificios, las 150 especies que forman los jardines colgantes que protegen la fachada de uno de éstos, el Branly, y por la insólita y elevadísima pared de cristal que lo separa, aunque más parece unirlo, del resto del paisaje. Todo a pasos de la torre Eiffel.Final. Es la una de la mañana. Desde el Trocadero, varias tribus de jóvenes se ríen con ganas e intercambian latas y cigarros, a la espera del estallido de la torre. A la hora exacta, el triángulo de hierro desaparece bajo una lluvia de chasquidos de luz. Es como si miles de turistas se hubiesen puesto de acuerdo para sacar fotografías nocturnas de la ciudad.Mientras ves el espectáculo, y a la luna intentando romper la cortina de nubes doradas, piensas. Se te ocurren cosas. Quizá te haya sucedido de niño: a veces, en un parque o un cerro, encontrabas un sendero lleno de curvas y lo recorrías hasta que ya era demasiado tarde, y tenías que volver. Entonces, cuando decidías regresar, te quedabas con la sensación de que algo maravilloso podía ocultarse justo tras esa última curva que faltó por explorar.Esa misma sensación la tienes a cada rato en París. Pero te resignas, claro. O piensas que quizá algún día saldes cuentas y te consuelas. Pero esta vez dan ganas de enojarse. Es simple. No quieres que la noche, la última noche en esta ciudad, termine. Pero no queda otra: es hora de buscar un taxi y pensar en las maletas, aunque este maldito París siga mostrándote curvas que no alcanzarás a recorrer.DATOS PRACTICOSLLEGARA París, Air France (desde 1.390 dólares más impuestos; www.airfrance.com) y Tam (desde 1.091 dólares, más impuestos; en noviembre sumarán una tercera frecuencia desde Sao Paulo; www.tam.com).DormirLujo:Crillon, es como un verdadero palacio a pasos de la plaza de la Concordia, usualmente solicitado por celebridades, estadistas y personajes del jet set internacional. Dobles desde 630 euros. www.crillon.comLa Tremoille, cerca de la elegante avenida George V y Campos Elíseos, este bonito hotel está a medio camino del edificio clásico y el diseño contemporáneo. Desde 420 euros. www.hoteltremoille.comMedio:Home Plazza, es un bonito cuatro estrellas, bien ubicado en la Bastilla, a pasos de dos estaciones de metro. Son varios edificios clásicos comunicados por un tranquilo patio central, y un lobby con toques art deco. Dobles desde 350 euros. Ojo que tienen varias promociones según temporada. www.homeplazza.comD'Aubusson, casi tan recomendable por méritos propios (es un bien conservado edificio histórico del siglo 17, y tiene un hermoso patio interior), como por su ubicación: en las inmediaciones se reunían tipos como Rousseau y Voltaire a tomar café y filosofar. Desde 280 euros, aunque tiene promociones desde 260 euros con estadía mínima de tres noches. www.hoteldaubusson.comBel Ami, un hotel bien design que abrió el 2000 en la zona de St-Germain-des-Prés, lleno de colores cálidos, luz suave y música electrónica flotando, mientras te chequeas. Desde 270 euros. www.hotel-bel-ami.comBajo:Caron de Beaumarchais, es un hotel de estilo clásico (de hecho, parece una casa-set para un filme del siglo 18), en el notable barrio de Marais. Dobles desde 125 euros. www. carondebeaumarchais.comBeaumarchais, en el sector de la Bastilla, a pasos del metro Filles du Calvaire, es un hotel pequeño y cuidadosamente decorado, que perfectamente puede calificarse como design, pero que cobra como uno normal. Dobles desde 110 euros. www.hotelbeaumarchais.comMás informaciónwww.franceguide.comwww.parisinfo.com
Mauricio Alarcón C..
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