COMUNION
Cauta apertura en el sínodo a la idea de permitir la comunión a divorciados casados
MARÍA-PAZ LÓPEZ - 06/10/2005 Corresponsal CIUDAD DEL VATICANO La Vanguardia de Barcelona
MARÍA-PAZ LÓPEZ - 06/10/2005 Corresponsal CIUDAD DEL VATICANO La Vanguardia de Barcelona
El sínodo de los obispos, asamblea que hasta el día 23 debatirá el estado de salud del sacramento de la eucaristía en la cristiandad, fue emplazado el martes por uno de los participantes, el prelado neozelandés John Atcherley Dew, a buscar solución a un problema lacerante de muchos católicos, sobre todo en sociedades occidentales: la prohibición de comulgar para los divorciados que han vuelto a casarse por lo civil. John Atcherley Dew, arzobispo de Wellington, argumentó que "nuestra Iglesia se enriquecería si fuéramos capaces de invitar a devotos católicos, actualmente excluidos de la eucaristía, a regresar a la mesa del Señor". En realidad, este problema no atañe sólo a divorciados casados en segundas nupcias civiles, sino también a católicos que han contraído matrimonio con fieles de otras confesiones cristianas. En el primer caso, se trata de divorciados que no han obtenido la nulidad de su primer matrimonio canónico y que, por tanto, a efectos eclesiales siguen casados con su primera pareja y viven en pecado con la segunda. Consecuencia: sólo puede comulgar si renuncian a las relaciones sexuales con el nuevo cónyuge. El segundo caso, es decir, el de los matrimonios mixtos, es común en países en los que el catolicismo no es la religión totalmente mayoritaria, como Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda. Benedicto XVI - un Papa alemán conocedor del problema, muy presente en su país- dio a entender antes del verano que quizá podía hallarse un mecanismo para no impedir a estos fieles comulgar. En 1994, los obispos alemanes habían pedido a la Santa Sede que se planteara una reforma al respecto, pero Juan Pablo II fue siempre firme con la exclusión, al igual que el entonces prefecto de la prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger. Ahora parece haber variado un tanto su postura; en julio dijo a un grupo de sacerdotes que el caso de los divorciados que han vuelto a casarse merece estudio, porque viven "una situación particularmente dolorosa". También recalcó que, en cualquier caso, deben ser acogidos en las parroquias. En su disertación del martes, el arzobispo de Wellington, John Atcherley Dew, comparó la necesidad de afrontar "el escándalo de los hambrientos de comida eucarística" con la de "afrontar el escándalo del hambre física". Dew definió así los dos tipos de devotos católicos a recuperar para la comunión: "Están aquellos cuyos primeros matrimonios acabaron en tristeza; nunca abandonaron la Iglesia, pero ahora están excluidos de la eucaristía. Y están los católicos casados con personas bautizadas en otras fes cristianas. Les reconocemos el hecho de estar bautizados en Cristo, en el sacramento del matrimonio, pero no en la recepción de la eucaristía." Dew pidió al sínodo una visión pastoral que permita incluir de algún modo a estos fieles en la eucaristía. La iniciativa puede hallar eco en las filas episcopales, pues otro padre sinodal, el arzobispo haitiano Pierre-Antoine Paulo, citó el asunto como prioritario en una comparecencia ante la prensa el lunes.
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