lunes, febrero 20, 2006

RESPETO

Benedicto XVI llama a respetar las religiones y sus símbolos
20/02/2006 - 19:21 IBLNEWS, AGENCIAS
El papa Benedicto XVI estimó este lunes que es "necesario y urgente que las religiones y sus símbolos sean respetados" para "favorecer la paz y la comprensión entre los pueblos y entre los hombres"."En el contexto internacional que vivimos actualmente, la Iglesia Católica sigue convencida de que, para favorecer la paz y la comprensión entre los pueblos y entre los hombres, es necesario y urgente que las religiones y sus símbolos sean respetados, y que los creyentes no sean objeto de provocaciones que hieren a su labor y a sus sentimientos religiosos", declaró en francés el Papa a recibir a Alí Achur, nuevo embajador de Marruecos ante la Santa Sede.Sin embargo, Benedicto XVI precisó que "la intolerancia y la violencia nunca pueden justificarse como respuestas a las ofensas porque no son respuestas compatibles con los principios sagrados de la religión".Es la primera vez que el Papa interviene personalmente desde que comenzó la polémica sobre las caricaturas de Mahoma y sus palabras se producen 48 horas después de las violentas manifestaciones que dejaron decenas de muertos en Libia y Nigeria.El Papa criticó duramente a "aquellos que se aprovechan deliberadamente de las ofensas causadas a los sentimientos religiosos para fomentar actos violentos, sobre todo con fines ajenos a la religión"."Para los creyentes como para todos los hombres de buena voluntad, la única vía que puede conducir a la paz y a la fraternidad es la del respeto de las convicciones y de las costumbres religiosas de los demás", dijo.El tono del debate en Italia se acalora día a día, y la mayoría católica no sólo critica la publicación de las caricaturas satíricas sobre Mahoma sino que también exige la protección y el respeto para los cristianos que viven en países musulmanes.

1 Comments:

Blogger Andrés Devesa said...

De Monachae supplicii
Panfleto por el amor y contra las idolatrías


Una monja es una mujer como otra cualquiera. Si la despojásemos de su hábito encontraríamos las mismas características físicas presentes en el resto del género femenino: dos piernas, dos brazos, dos pies, dos manos, dos pechos, una boca, un cuello, una cintura, un culo y un coño cálido y húmedo como el de cualquier mujer.

Podemos llevar a cabo un experimento consistente en colocar a una monja y cualquier otra mujer –una funcionaria, pongamos como ejemplo- una junta a otra, desnudas sobre una cama, con las piernas abiertas, con su sexo palpitando en espera de lo inevitable. No cabe duda de que seríamos incapaces de discernir cuál es una y cuál es la otra.

Si no hay ninguna diferencia física entre una mujer normal y una monja, ¿qué es lo que las distingue entonces? La diferencia la encontramos en el aspecto psicológico y, especialmente, en el plano moral. Las monjas so seres degenerados que padecen una patología mental que las lleva a odiarse a sí mismas, a la Naturaleza y a Dios.

A sí mismas porque detestan su condición humana, rechazando lo más hermoso que hay en el ser humano: el amor hacia otra persona. Es cierto que las monjas dicen amar a todos los seres humanos, pero mienten descaradamente, porque el único amor posible es ese amor primario, brutal, sexual, que sentimos hacia otra persona, sólo a partir de ese amor sexual se puede llegar a aprender a amar al resto del género humano, sin amor sexual no hay amor fraternal. Por eso una monja no puede llegar a amar a nadie más que a sí misma y a su degenerada idolatría.

A la naturaleza porque odian reconocerse en ella. La naturaleza es ante todo el espacio en el que desarrollar ese amor, por lo tanto esas degeneradas no pueden sino renegar de la naturaleza, despreciando los bellos impulsos naturales que cualquier ser humano, orgulloso de serlo, reconoce, acepta y deja desarrollarse libremente.

A Dios porque le niegan. Niegan a Dios y abrazan a un dios falso. Las monjas consagran su vida a ese ídolo, se casan con él, pero jamás llegan a consumar su matrimonio, porque su dios es un castrado y un cornudo. El verdadero dios es un dios con dos esencias que se complementan, es un dios hermafrodita que necesita de la complementariedad de los iguales distintos. Es el dios del amor, pero del amor salvaje y primario, no de cualquiera de las múltiples degeneraciones que en esta sociedad se hacen pasar por tal. Nuestro dios niega la religión y no admite sacerdotes. Nuestro dios es el dios de la libertad. Nuestro dios es la vida, frente a los falsos dioses del miserabilismo y el desprecio por la humanidad. Nuestro dios es todo y es nada. Nuestro dios somos cada uno de nosotros en tanto que seres humanos dotados de la capacidad de amar y crear belleza.

Nosotros, seres humanos libres, herederos aquellos hombres y mujeres que han luchado desde el comienzo de los tiempos por una humanidad plena, libre y consciente de su ser, afirmamos: La castidad, la devoción, el aislamiento del resto de seres humanos, el sacrificio a cualquier fin que no sea la felicidad humana, la idolatría y el fetichismo mercantilista que reduce al ser humano y la vida al rango de cosas son crímenes contra la humanidad.

El amor, la pasión, la poesía y la fiesta son las fuerzas que guían a la verdadera Humanidad hacia su libertad y su realización como tal. Sustraerse a esas fuerzas es renegar de la condición de ser humano y asumir el papel de homicida. Una Humanidad libre no puede tolerar que existan criminales que atenten contra todo lo que hay de hermoso en la vida.

Por eso, acusamos: monjas, curas, frailes y obispos son peligrosos criminales que han de rectificar o ser juzgados como tales. Renegad de vuestro falso dios, volved la cara a vuestra humanidad y asumidla, abrazad todo lo que de hermoso hay en el mundo, tomad la mano de otra persona, ya sea hombre o mujer, en pareja, en trío o en comuna, no importa el número, no importa la condición, sólo amaos, sólo así amaréis al ser humano, sólo así seréis seres humanos. Lo contrario es el crimen más despreciable que existe. ¡Fornicad o pereced!

Y que nadie se lleve a engaño, sabemos que hay muchos más miserables que toman a otros falsos dioses como auténticos: el dinero, la ciencia, el poder, el espectáculo… A vosotros también os estamos vigilando. Tened cuidado, somos implacables y sabemos odiar tanto como amar…

¡Amor o barbarie!


Firmado: Maese Huvi, Las Bacantes y Les filles perdues d’Lautréamont

12:13 p. m.  

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