TONGOY SERA COMUNA
Tongoy. Un mundo de contrastes
Estamos terminando una vacaciones maravillosas en Tongoy y regresado a nuestro domicilio habitual. Emociones contradictorias se entrecruzan con sentimientos de tristeza y esperanza.
La tristeza nos invadió el día previo a nuestro retorno. Una mancha negra se nos vino encima. Nos enteramos que un padre de una familia, de la cual conocemos a sus hijos, en pleno centro de actividad nocturna de Tongoy, fue brutalmente agredido por unos adolescentes delincuentes, conocidos como “Los Pincheiras”. Esa noche su cuerpo, bañado en sangre, estaba completamente mojado tras haber sido arrastrado al estero, distante más o menos cien metros de distancia del lugar - hoy tiene más de diez puntos en su cara y cabeza -. En la diligencia policial le informaron que los dos menores detenidos en el lugar, eran reincidentes por quinta vez en el mes de febrero por delitos graves.
Todo comenzó cuando una muchacha adolescente, que venía de regreso a su casa fue empujada, botada al suelo por los delincuentes juveniles y le robaron su banano. Una prima que la acompañaba, corrió asustada a la casa de su familia y comunicó lo que había sucedido. Ellos suspendieron la velada en que se entretenían con la rutina de Coco Legrand, que paradójicamente hablaba del tema de los adolescentes rebeldes sin causa.
La familia llegó al lugar de los hechos, donde la prima les indicó quien era el principal agresor. Al dirigirse a él para recuperar los objetos robados, la respuesta fue una violenta agresión física con piedras y objetos contundentes, por parte de una bandada de muchachos, de los cuales el mayor no tenía más de 16 años, cuya única intención era golpear a quien se les pusiera por delante.
Las semanas previas, nuestra esperanza se había alimentado con lo que nos contaban nuestros amigos tongoyinos: estaban eufóricos pues, al parecer ahora si Tongoy recuperaría su calidad de comuna y, con ello la posibilidad de implementar un plan estratégico para recuperar las localidades de su actual deterioro y proceso de segregación tanto territorial como social. Entre las esperanzas de sus promotores destaca potenciar el entorno de uno de los paisajes más hermosos de Chile, caracterizado por sus península, playas y bahías; apoyar a su población para mejorar su calidad de vida y beneficiarse del actual desarrollo acuícola, inmobiliario, turístico y, volver a ser un ejemplo de integración social, entre su población residente y los visitantes. Los activistas pro-comuna y yo estamos convencidos que esto será mucho más factible cuando los recursos sean administrados en una gestión autónoma y con participación ciudadana.
Asimismo, es muy relevante tener en consideración que la distancia geográfica con respecto a Coquimbo (60 kms), hace muy complicado la administración de justicia, atención de salud en tratamientos complejos y hospitalización, el enfrentamiento de los temas de seguridad ciudadana como el relatado, etc. Todo ello se optimizaría si la población de la futura comuna -entre Morrillos y Quebrada Seca-, tuviera servicios públicos más próximos.
Nuestro amor por Tongoy se funda en haber sido testigos y parte de sus bellísimas historias y tradiciones que lo caracterizan. Entre ellas están la llegada del segundo ferrocarril más antiguo de Chile, en el siglo XIX, transportando el material para una importante fundación de hierro, de la cual aún están visibles sus antiguos muros y escorias. Sus casas más antiguas, están localizadas en calles con nombres vinculados a la minería: la avenida principal se llama Fundición, además están las calles Minería, Urmeneta, David León, etc., la iglesia Santa Rosa de Lima, de más de cien años, tiene una arquitectura típicamente inglesa. Frente a la plaza está la casa en que nació el poeta Víctor Domingo Silva, hijo del primer alcalde de Tongoy y director de la escuela, cuando en la localidad tenía una población cercana a los 10.000 habitantes en los albores del siglo XX. Una vez cerrada la actividad minera, sólo quedó una aislada caleta de pescadores artesanales, cuyas viviendas se ubicaron en los alrededores del mar en la Playa Grande. Ahora la actividad de la pesca artesanal se mantiene en ese mismo lugar, conformando un hermoso paraje. En este entorno, donde está presente la tradición histórica, hemos pasado maravillosos veranos de nuestra vida.
Parte de nuestros amigos de la adolescencia eran hijos de colonos ovallinos, que en la década de los cincuenta iniciaron su llegada como veraneantes a Tongoy. El acceso era en condiciones muy difíciles, casi sin caminos. Construyeron sus casas a las orillas de las playas con gran espíritu emprendedor. Nosotros llegamos a inicios de la década de los sesenta, cuando por medio de la asignación de sitios por el Ministerio de Tierras y Colonización, hoy Bienes Nacionales, se incrementó la construcción de casas de veraneo. En aquella época, los que llegamos éramos amigos con los hijos de los pescadores artesanales, la juventud se reunía en un sólo lugar y se tejieron lindas historias de amor, dignas de una novela de época. Veraneaban por aquellos tiempos conocidas personalidades provenientes del mundo cultural e intelectuales, de quienes aprendimos y nos enriquecimos mucho en sus conversaciones.
En los años setenta vino el boom turístico. Muchas personas que hoy recuerdan Tongoy en aquella época, nos hablan del lugar desde un mundo subjetivo y mágico que evoca sus vacaciones juveniles.
Pero no todo es de “Bilz y Pap”.En el plano local, a fines de los ochenta y comienzos de los noventa, la población residente casi se triplicó, sin tener las condiciones básicas de abastecimiento de agua potable e infraestructura para aumentar la oferta habitacional. Había muchos allegados. Recién avanzada la primera mitad de la década de los noventa, fue posible dar soluciones habitacionales mínimas, construir un consultorio más grande y una escuela de enseñanza básica ad-hoc a la cantidad de niños. Pero el problema social ya estaba desatado, con altos índices de alcoholismo, drogadicción y delincuencia. Este es probablemente el germen del “lado oscuro” de Tongoy en la actualidad.
A pocas horas de los hechos relatados al inicio de este artículo, este texto es un desahogo, como reacción impulsiva, al constatar que en un lugar donde la belleza abunda, la tradición está al alcance de la mano, donde quienes han vivido o han estado vinculados toda la vida a esta localidad la adoptan como una amante inofensiva, y se suman a los luchadores que quieren hacer realidad la utopía y plasmar sus sueños a pesar que las poderosas fuerzas de la realidad, los arrasan con baños de sangre que no pueden entender.
Es probable que yo sea uno de los pocos soñadores de estos tiempos, pero estoy convencido que son hechos negativos como el relatado, los que nos hacen tomar conciencia que el miedo no nos puede vencer. Si las fuerzas pro comuna se imponen, es posible que se tenga recursos y atribuciones que nos ayuden a transformar el mundo del temor por uno más humano.
Estamos terminando una vacaciones maravillosas en Tongoy y regresado a nuestro domicilio habitual. Emociones contradictorias se entrecruzan con sentimientos de tristeza y esperanza.
La tristeza nos invadió el día previo a nuestro retorno. Una mancha negra se nos vino encima. Nos enteramos que un padre de una familia, de la cual conocemos a sus hijos, en pleno centro de actividad nocturna de Tongoy, fue brutalmente agredido por unos adolescentes delincuentes, conocidos como “Los Pincheiras”. Esa noche su cuerpo, bañado en sangre, estaba completamente mojado tras haber sido arrastrado al estero, distante más o menos cien metros de distancia del lugar - hoy tiene más de diez puntos en su cara y cabeza -. En la diligencia policial le informaron que los dos menores detenidos en el lugar, eran reincidentes por quinta vez en el mes de febrero por delitos graves.
Todo comenzó cuando una muchacha adolescente, que venía de regreso a su casa fue empujada, botada al suelo por los delincuentes juveniles y le robaron su banano. Una prima que la acompañaba, corrió asustada a la casa de su familia y comunicó lo que había sucedido. Ellos suspendieron la velada en que se entretenían con la rutina de Coco Legrand, que paradójicamente hablaba del tema de los adolescentes rebeldes sin causa.
La familia llegó al lugar de los hechos, donde la prima les indicó quien era el principal agresor. Al dirigirse a él para recuperar los objetos robados, la respuesta fue una violenta agresión física con piedras y objetos contundentes, por parte de una bandada de muchachos, de los cuales el mayor no tenía más de 16 años, cuya única intención era golpear a quien se les pusiera por delante.
Las semanas previas, nuestra esperanza se había alimentado con lo que nos contaban nuestros amigos tongoyinos: estaban eufóricos pues, al parecer ahora si Tongoy recuperaría su calidad de comuna y, con ello la posibilidad de implementar un plan estratégico para recuperar las localidades de su actual deterioro y proceso de segregación tanto territorial como social. Entre las esperanzas de sus promotores destaca potenciar el entorno de uno de los paisajes más hermosos de Chile, caracterizado por sus península, playas y bahías; apoyar a su población para mejorar su calidad de vida y beneficiarse del actual desarrollo acuícola, inmobiliario, turístico y, volver a ser un ejemplo de integración social, entre su población residente y los visitantes. Los activistas pro-comuna y yo estamos convencidos que esto será mucho más factible cuando los recursos sean administrados en una gestión autónoma y con participación ciudadana.
Asimismo, es muy relevante tener en consideración que la distancia geográfica con respecto a Coquimbo (60 kms), hace muy complicado la administración de justicia, atención de salud en tratamientos complejos y hospitalización, el enfrentamiento de los temas de seguridad ciudadana como el relatado, etc. Todo ello se optimizaría si la población de la futura comuna -entre Morrillos y Quebrada Seca-, tuviera servicios públicos más próximos.
Nuestro amor por Tongoy se funda en haber sido testigos y parte de sus bellísimas historias y tradiciones que lo caracterizan. Entre ellas están la llegada del segundo ferrocarril más antiguo de Chile, en el siglo XIX, transportando el material para una importante fundación de hierro, de la cual aún están visibles sus antiguos muros y escorias. Sus casas más antiguas, están localizadas en calles con nombres vinculados a la minería: la avenida principal se llama Fundición, además están las calles Minería, Urmeneta, David León, etc., la iglesia Santa Rosa de Lima, de más de cien años, tiene una arquitectura típicamente inglesa. Frente a la plaza está la casa en que nació el poeta Víctor Domingo Silva, hijo del primer alcalde de Tongoy y director de la escuela, cuando en la localidad tenía una población cercana a los 10.000 habitantes en los albores del siglo XX. Una vez cerrada la actividad minera, sólo quedó una aislada caleta de pescadores artesanales, cuyas viviendas se ubicaron en los alrededores del mar en la Playa Grande. Ahora la actividad de la pesca artesanal se mantiene en ese mismo lugar, conformando un hermoso paraje. En este entorno, donde está presente la tradición histórica, hemos pasado maravillosos veranos de nuestra vida.
Parte de nuestros amigos de la adolescencia eran hijos de colonos ovallinos, que en la década de los cincuenta iniciaron su llegada como veraneantes a Tongoy. El acceso era en condiciones muy difíciles, casi sin caminos. Construyeron sus casas a las orillas de las playas con gran espíritu emprendedor. Nosotros llegamos a inicios de la década de los sesenta, cuando por medio de la asignación de sitios por el Ministerio de Tierras y Colonización, hoy Bienes Nacionales, se incrementó la construcción de casas de veraneo. En aquella época, los que llegamos éramos amigos con los hijos de los pescadores artesanales, la juventud se reunía en un sólo lugar y se tejieron lindas historias de amor, dignas de una novela de época. Veraneaban por aquellos tiempos conocidas personalidades provenientes del mundo cultural e intelectuales, de quienes aprendimos y nos enriquecimos mucho en sus conversaciones.
En los años setenta vino el boom turístico. Muchas personas que hoy recuerdan Tongoy en aquella época, nos hablan del lugar desde un mundo subjetivo y mágico que evoca sus vacaciones juveniles.
Pero no todo es de “Bilz y Pap”.En el plano local, a fines de los ochenta y comienzos de los noventa, la población residente casi se triplicó, sin tener las condiciones básicas de abastecimiento de agua potable e infraestructura para aumentar la oferta habitacional. Había muchos allegados. Recién avanzada la primera mitad de la década de los noventa, fue posible dar soluciones habitacionales mínimas, construir un consultorio más grande y una escuela de enseñanza básica ad-hoc a la cantidad de niños. Pero el problema social ya estaba desatado, con altos índices de alcoholismo, drogadicción y delincuencia. Este es probablemente el germen del “lado oscuro” de Tongoy en la actualidad.
A pocas horas de los hechos relatados al inicio de este artículo, este texto es un desahogo, como reacción impulsiva, al constatar que en un lugar donde la belleza abunda, la tradición está al alcance de la mano, donde quienes han vivido o han estado vinculados toda la vida a esta localidad la adoptan como una amante inofensiva, y se suman a los luchadores que quieren hacer realidad la utopía y plasmar sus sueños a pesar que las poderosas fuerzas de la realidad, los arrasan con baños de sangre que no pueden entender.
Es probable que yo sea uno de los pocos soñadores de estos tiempos, pero estoy convencido que son hechos negativos como el relatado, los que nos hacen tomar conciencia que el miedo no nos puede vencer. Si las fuerzas pro comuna se imponen, es posible que se tenga recursos y atribuciones que nos ayuden a transformar el mundo del temor por uno más humano.
1 Comments:
Hola,
en le primera parte de tu texto estas hablando de un chico que fue agredido de los "pincheiras", pero no mencionas que ese chico con el nomre L. siepmre se busca las peleas y que no es una obeja blanca ;-)
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