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Glorioso Primero de Mayo: La seguridad en el empleo, ese gran error
(19:06 01-05-2006) Comentarios [18] Expansión
En un mundo que es absolutamente inestable y ferozmente competitivo, los sindicatos han celebrado este nuevo Primero de Mayo con un lema fuera de tiempo y lugar, que es el de la seguridad en el empleo. Y lo han hecho, a decir verdad, con el beneplácito y la colaboración del Gobierno, que tiene en cartera, después de dos años de marear la perdiz, una reforma laboral paniaguada pero estéticamente óptima y demagógicamente imbatible cuyo lema es: un puestro de trabajo fijo. Este es el leit motiv de Zapatero, en lo que se refiere al mercado laboral, tal es su apuesta, y tal será, pienso yo, su discreta cosecha.
En mi modesta opinión, la temporalidad no es el problema sino la reacción ante el mismo. La causa de que el índice de contratos temporales sea tan elevado en nuestro país no es la maldad intrínseca de los empresarios, su cortedad de miras, su avaricia, su tendencia natural a la explotación.
Se trata de la respuesta lógica a la enorme rigidez legislativa, a la falta de ambición de los gobiernos de turno -incluido el PP- para corregirla, y a los intereses de parte tanto de la patronal como de los sindicatos: ni uno ni otro están interesados en que cambie demasiado el statu quo, que les permite disfrutar de una representatividad, un poder de convocatoria, una atención y unos recursos dinerarios en forma de subvenciones públicas que ni se han ganado ni merecen.
Como siempre, el problema del mercado de trabajo es la capacidad de generación de nuevos empleos. Que sean temporales o no, tiene una importancia muy relativa, está en función de la relevancia que se dé a la seguridad; pero apostar culturalmente por la seguridad en el mundo que nos ha tocado vivir, en el que la virtud o capacidad absolutamente clave es la adaptabilidad al cambio es una grave equivocación estratégica.
Si el mercado laboral fuera mucho más flexible de lo que es, si los costes del despido fueran más racionales, si la negociación colectiva estuviera descentralizada, es seguro que los contratos fijos o indefinidos subirían notablemente. Bueno, ¿y de qué nos serviría? Sólo habríamos logrado cambiar las circunstancias NOMINALMENTE. El reto, el desafío de una empresa, y también el de un trabajador, es el dar la debida respuesta al mercado. Y esto no lo arreglarán ni los contratos fijos ni nada que se le parezca. Dependerá de la pericia, de la inteligencia, de la formación adecuada, de los estímulos precisos de unos y otros. Si entre ellos está el de la seguridad, creo que estamos errando el tiro.
En un mundo que es absolutamente inestable y ferozmente competitivo, los sindicatos han celebrado este nuevo Primero de Mayo con un lema fuera de tiempo y lugar, que es el de la seguridad en el empleo. Y lo han hecho, a decir verdad, con el beneplácito y la colaboración del Gobierno, que tiene en cartera, después de dos años de marear la perdiz, una reforma laboral paniaguada pero estéticamente óptima y demagógicamente imbatible cuyo lema es: un puestro de trabajo fijo. Este es el leit motiv de Zapatero, en lo que se refiere al mercado laboral, tal es su apuesta, y tal será, pienso yo, su discreta cosecha.
En mi modesta opinión, la temporalidad no es el problema sino la reacción ante el mismo. La causa de que el índice de contratos temporales sea tan elevado en nuestro país no es la maldad intrínseca de los empresarios, su cortedad de miras, su avaricia, su tendencia natural a la explotación.
Se trata de la respuesta lógica a la enorme rigidez legislativa, a la falta de ambición de los gobiernos de turno -incluido el PP- para corregirla, y a los intereses de parte tanto de la patronal como de los sindicatos: ni uno ni otro están interesados en que cambie demasiado el statu quo, que les permite disfrutar de una representatividad, un poder de convocatoria, una atención y unos recursos dinerarios en forma de subvenciones públicas que ni se han ganado ni merecen.
Como siempre, el problema del mercado de trabajo es la capacidad de generación de nuevos empleos. Que sean temporales o no, tiene una importancia muy relativa, está en función de la relevancia que se dé a la seguridad; pero apostar culturalmente por la seguridad en el mundo que nos ha tocado vivir, en el que la virtud o capacidad absolutamente clave es la adaptabilidad al cambio es una grave equivocación estratégica.
Si el mercado laboral fuera mucho más flexible de lo que es, si los costes del despido fueran más racionales, si la negociación colectiva estuviera descentralizada, es seguro que los contratos fijos o indefinidos subirían notablemente. Bueno, ¿y de qué nos serviría? Sólo habríamos logrado cambiar las circunstancias NOMINALMENTE. El reto, el desafío de una empresa, y también el de un trabajador, es el dar la debida respuesta al mercado. Y esto no lo arreglarán ni los contratos fijos ni nada que se le parezca. Dependerá de la pericia, de la inteligencia, de la formación adecuada, de los estímulos precisos de unos y otros. Si entre ellos está el de la seguridad, creo que estamos errando el tiro.
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