UN ESCENARIO SIN ACTOR
La ausencia de Fidel en el desfile militar confirma que Cuba ya está en transición
ABC de Madrid. M. L. DE GUEREÑO CORRESPONSAL
LA HABANA. Al final, Fidel Castro no se dejó ver. La salud le impidió presidir el significativo desfile militar con motivo del Cincuenta aniversario del desembarco del yate Granma, de la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y del Ochenta aniversario de su nacimiento.
Su hermano Raúl, presidente interino, fue el anfitrión y reiteró a Estados Unidos la oferta de resolver el conflicto de más de 40 años mediante el diálogo, con la condición de que se respete la soberanía de la isla. «Si él no está aquí es porque realmente está muy enfermo», dijo uno de los 300.000 habaneros que, según los organizadores, marcharon durante unos 45 minutos como cierre de la revista militar. Analistas consultados por este diario señalaban que todos estos actos han tenido el tono de una despedida.
Segunda operación
Hace tiempo corre el rumor de que el comandante fue sometido a una segunda operación. Se comenta también que no puede pasar mucho tiempo en una misma posición. Alterna ratos acostado, otros sentado y otros dando algunos pasos. Oficialmente, nada se ha dicho. Sólo se reitera que se recupera «satisfactoriamente» y que volverá. El propio Castro dio cuenta de la primera intervención el pasado 31 de julio y propuso posponer los actos que la Fundación Guayasamín organizó para celebrar su cumpleaños hasta este 2 de diciembre, que fue declarado festivo por el Ministerio de Trabajo.
Pero lo cierto es que en estos cuatro meses Fidel Castro sólo se le ha visto en foto o en vídeo, extremadamente delgado, vistiendo pijama, un batín, chándal deportivo como la de los equipos cubanos, chancletas y calcetines. La última imagen es del pasado 28 de octubre. En varios planos se le veía caminar y levantar los brazos.
Todos esperaban su reaparición para el día de ayer. Sin embargo, fue Raúl Castro, de 75 años y también ministro de Defensa, su hermano, el que representó la máxima autoridad de la nación. Pasó revista a las tropas desde un Jeep. Pronunció un discurso en el que reivindicó el papel del Ejército en la historia de Cuba y reiteró el ofrecimiento negociar con Washington. «Sirva la oportunidad para nuevamente declarar nuestra disposición de resolver en la mesa de negociaciones el prolongado diferendo entre Estados Unidos y Cuba, claro está siempre que acepten como ya dijimos en otra ocasión nuestra condición de país que no tolera sombra a nuestra independencia», dijo.
Estas declaraciones obtuvieron una rápida respuesta por parte de la Casa Blanca que, a través de una portavoz, aseguró que «el diálogo político sobre el futuro democrático de la isla debe darse entre el régimen y el pueblo cubano». De este modo, Washington condiciona la apertura democrática como requisito previo indispensable a cualquier «profundización» de sus relaciones con La Habana.
Tras su discurso, Raúl Castro subió a la tribuna donde esperaban los invitados más importantes: los presidente de Bolivia Evo Morales, y Haití, René Preval, el presidente electo de Nicaragua, Daniel Ortega, el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, y el premio Nobel colombiano de Literatura Gabriel García Márquez, entre otros.
Album televisivo
La parada militar, la primera en diez años, había sido meticulosamente preparada. Por si el líder cubano asistía, había sido diseñada corta. En dos horas, entre las 8 y las 10 de la mañana hubo discurso, desfile y una marcha de 300.000 habaneros.
Tras ellos, pasaron diferentes destacamentos integrados por estudiantes de escuelas militares de infantería y marina, carros de combate y tanques blindados, armados con morteros, lanzacohetes, obuses autopropulsados, cañones antiaéreos, helicópteros de combate y, como cierre, una formación de aviones MIG. Fuentes diplomáticas destacaron que lo importante no es su ausencia del acto, sino conocer si será capaz de regresar al poder.
La víspera, durante la clausura del coloquio sobre sus ideas, Carlos Lage, dio una pista: «Cuando no esté Fidel estará su obra, estarán sus ideas». Y añadió: «En Cuba no habrá sucesión, habrá continuidad. No sería posible otro Fidel. Nadie lo imitará, muchos lo seguiremos. No habrá división entre los revolucionarios cubanos».
Como cierre del desfile en el que se repitieron los vivas a Fidel, a Raúl y a la Revolución, la televisión emitió un vídeo con escenas de la vida de Fidel.
ABC de Madrid. M. L. DE GUEREÑO CORRESPONSAL
LA HABANA. Al final, Fidel Castro no se dejó ver. La salud le impidió presidir el significativo desfile militar con motivo del Cincuenta aniversario del desembarco del yate Granma, de la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y del Ochenta aniversario de su nacimiento.
Su hermano Raúl, presidente interino, fue el anfitrión y reiteró a Estados Unidos la oferta de resolver el conflicto de más de 40 años mediante el diálogo, con la condición de que se respete la soberanía de la isla. «Si él no está aquí es porque realmente está muy enfermo», dijo uno de los 300.000 habaneros que, según los organizadores, marcharon durante unos 45 minutos como cierre de la revista militar. Analistas consultados por este diario señalaban que todos estos actos han tenido el tono de una despedida.
Segunda operación
Hace tiempo corre el rumor de que el comandante fue sometido a una segunda operación. Se comenta también que no puede pasar mucho tiempo en una misma posición. Alterna ratos acostado, otros sentado y otros dando algunos pasos. Oficialmente, nada se ha dicho. Sólo se reitera que se recupera «satisfactoriamente» y que volverá. El propio Castro dio cuenta de la primera intervención el pasado 31 de julio y propuso posponer los actos que la Fundación Guayasamín organizó para celebrar su cumpleaños hasta este 2 de diciembre, que fue declarado festivo por el Ministerio de Trabajo.
Pero lo cierto es que en estos cuatro meses Fidel Castro sólo se le ha visto en foto o en vídeo, extremadamente delgado, vistiendo pijama, un batín, chándal deportivo como la de los equipos cubanos, chancletas y calcetines. La última imagen es del pasado 28 de octubre. En varios planos se le veía caminar y levantar los brazos.
Todos esperaban su reaparición para el día de ayer. Sin embargo, fue Raúl Castro, de 75 años y también ministro de Defensa, su hermano, el que representó la máxima autoridad de la nación. Pasó revista a las tropas desde un Jeep. Pronunció un discurso en el que reivindicó el papel del Ejército en la historia de Cuba y reiteró el ofrecimiento negociar con Washington. «Sirva la oportunidad para nuevamente declarar nuestra disposición de resolver en la mesa de negociaciones el prolongado diferendo entre Estados Unidos y Cuba, claro está siempre que acepten como ya dijimos en otra ocasión nuestra condición de país que no tolera sombra a nuestra independencia», dijo.
Estas declaraciones obtuvieron una rápida respuesta por parte de la Casa Blanca que, a través de una portavoz, aseguró que «el diálogo político sobre el futuro democrático de la isla debe darse entre el régimen y el pueblo cubano». De este modo, Washington condiciona la apertura democrática como requisito previo indispensable a cualquier «profundización» de sus relaciones con La Habana.
Tras su discurso, Raúl Castro subió a la tribuna donde esperaban los invitados más importantes: los presidente de Bolivia Evo Morales, y Haití, René Preval, el presidente electo de Nicaragua, Daniel Ortega, el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, y el premio Nobel colombiano de Literatura Gabriel García Márquez, entre otros.
Album televisivo
La parada militar, la primera en diez años, había sido meticulosamente preparada. Por si el líder cubano asistía, había sido diseñada corta. En dos horas, entre las 8 y las 10 de la mañana hubo discurso, desfile y una marcha de 300.000 habaneros.
Tras ellos, pasaron diferentes destacamentos integrados por estudiantes de escuelas militares de infantería y marina, carros de combate y tanques blindados, armados con morteros, lanzacohetes, obuses autopropulsados, cañones antiaéreos, helicópteros de combate y, como cierre, una formación de aviones MIG. Fuentes diplomáticas destacaron que lo importante no es su ausencia del acto, sino conocer si será capaz de regresar al poder.
La víspera, durante la clausura del coloquio sobre sus ideas, Carlos Lage, dio una pista: «Cuando no esté Fidel estará su obra, estarán sus ideas». Y añadió: «En Cuba no habrá sucesión, habrá continuidad. No sería posible otro Fidel. Nadie lo imitará, muchos lo seguiremos. No habrá división entre los revolucionarios cubanos».
Como cierre del desfile en el que se repitieron los vivas a Fidel, a Raúl y a la Revolución, la televisión emitió un vídeo con escenas de la vida de Fidel.
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