TIBET NO VIOLENCIA
«Tíbet nunca será China»
POR PABLO M. DÍEZ. ENVIADO ESPECIAL. NUEVA DELHI
POR PABLO M. DÍEZ. ENVIADO ESPECIAL. NUEVA DELHI
ABC
«¡Tíbet libre!», «¡Larga vida al Dalai Lama!», «Tíbet nunca será parte de China!», «¡Hu Jintao, asesino, carnicero y mentiroso!», «¿Dónde está la ONU?». Con estos gritos, cientos de personas recorrieron ayer los escasos metros de la calle Jamtar Mantar que las autoridades indias ceden para las manifestaciones en Nueva Delhi debido a su proximidad con el Parlamento.
Con motivo de la celebración de una jornada de oración por el Tíbet en todo el mundo, una de las concentraciones más señaladas tuvo lugar en la capital de la India, país en el que reside el Dalai Lama desde su exilio en 1959 y donde se refugian buena parte de los tibetanos que escapan de su región debido a la ocupación china.
Entre los asistentes a esta protesta, que tenía como objetivo denunciar la sangrienta represión con que el régimen comunista ha aplastado la revuelta tibetana, destacaban numerosos monjes budistas y varios miembros del Parlamento tibetano en el exilio, como Tempa Tsering y Youdon Aukatsnag, una de sus diez diputadas.
Junto a ellos, había desde veteranos como Pema Thinley, que escapó del Tibet con su familia tras la rebelión fallida de 1959 y caminó por las montañas durante seis meses, hasta jóvenes como Tashi Norbu, que ahora tiene 26 años. Su padre le trajo de niño a la India para que no se criara bajo la dominación de Pekín.
«Aprovechando la festividad del Kalachakara en 1986, mi padre y algunos vecinos cruzaron a la India en un tractor y, entre los fardos que llevaban, escondieron a varios niños envueltos en mantas para que no los vieran los soldados, que golpeaban con sus fusiles cada bolsa», relató Tashi Norbu a ABC antes de participar en la manifestación.
Desde entonces, hace ya más de veinte años, «no he vuelto a ver a mis padres, y las únicas noticias que tengo de ellos son las que me traen de vez en cuando algunos amigos o vecinos de mi mismo pueblo», explicó compungido. Las últimas novedades que recibió es que su madre había muerto hace un par de meses. Condenado al destierro y separado de sus parientes, Tashi, un avispado universitario que trabaja en una empresa informática, es uno de los más fieles partidarios del Dalai Lama. Y no dudaría en entregar su vida a cambio de la independencia, o lo que es lo mismo, la libertad, del Tíbet. «Me duele mucho la espalda porque acabo de pasar 14 días en la cárcel y allí las condiciones eran tan malas que teníamos que dormir en el suelo», narró, desvelando que había participado en una marcha contra la Embaja de China en Nueva Delhi a mediados del mes pasado.
Desde entonces, la legación diplomática permanece rodeada de barreras de la Policía y alambre de espino, y sigue vigilada por numerosos soldados que patrullan con sus bastones de bambú para evitar nuevos disturbios.
Solidaridad con el Tíbet
El joven Tashi Norbu, que carece de pasaporte y tendrá muy difícil visitar otros países con su documento de identidad tibetano, resume a la perfección la indefensión de una causa que se ha granjeado la simpatía de la sociedad civil en todo el mundo. Auténtico David contra el Goliat chino, el Comité para la Solidaridad con el Tíbet se ha ganado la ayuda de numerosas organizaciones, como la «Free Tibet Campaign», para difundir su mensaje.
Gracias a celebridades como el actor Richard Gere o a páginas web como www.stoptibet crisis.net y www.dalailama.com, los tibetanos no están solos a la hora de presionar a China para que acepte una salida dialogada a este conflicto que está enturbiando su año olímpico.
Por su parte, el Dalai Lama encabezó el rezo en la ciudad india de Dharamsala en la que reside, donde pidió a sus seguidores que sigan en sus «prácticas de no violencia».
Con motivo de la celebración de una jornada de oración por el Tíbet en todo el mundo, una de las concentraciones más señaladas tuvo lugar en la capital de la India, país en el que reside el Dalai Lama desde su exilio en 1959 y donde se refugian buena parte de los tibetanos que escapan de su región debido a la ocupación china.
Entre los asistentes a esta protesta, que tenía como objetivo denunciar la sangrienta represión con que el régimen comunista ha aplastado la revuelta tibetana, destacaban numerosos monjes budistas y varios miembros del Parlamento tibetano en el exilio, como Tempa Tsering y Youdon Aukatsnag, una de sus diez diputadas.
Junto a ellos, había desde veteranos como Pema Thinley, que escapó del Tibet con su familia tras la rebelión fallida de 1959 y caminó por las montañas durante seis meses, hasta jóvenes como Tashi Norbu, que ahora tiene 26 años. Su padre le trajo de niño a la India para que no se criara bajo la dominación de Pekín.
«Aprovechando la festividad del Kalachakara en 1986, mi padre y algunos vecinos cruzaron a la India en un tractor y, entre los fardos que llevaban, escondieron a varios niños envueltos en mantas para que no los vieran los soldados, que golpeaban con sus fusiles cada bolsa», relató Tashi Norbu a ABC antes de participar en la manifestación.
Desde entonces, hace ya más de veinte años, «no he vuelto a ver a mis padres, y las únicas noticias que tengo de ellos son las que me traen de vez en cuando algunos amigos o vecinos de mi mismo pueblo», explicó compungido. Las últimas novedades que recibió es que su madre había muerto hace un par de meses. Condenado al destierro y separado de sus parientes, Tashi, un avispado universitario que trabaja en una empresa informática, es uno de los más fieles partidarios del Dalai Lama. Y no dudaría en entregar su vida a cambio de la independencia, o lo que es lo mismo, la libertad, del Tíbet. «Me duele mucho la espalda porque acabo de pasar 14 días en la cárcel y allí las condiciones eran tan malas que teníamos que dormir en el suelo», narró, desvelando que había participado en una marcha contra la Embaja de China en Nueva Delhi a mediados del mes pasado.
Desde entonces, la legación diplomática permanece rodeada de barreras de la Policía y alambre de espino, y sigue vigilada por numerosos soldados que patrullan con sus bastones de bambú para evitar nuevos disturbios.
Solidaridad con el Tíbet
El joven Tashi Norbu, que carece de pasaporte y tendrá muy difícil visitar otros países con su documento de identidad tibetano, resume a la perfección la indefensión de una causa que se ha granjeado la simpatía de la sociedad civil en todo el mundo. Auténtico David contra el Goliat chino, el Comité para la Solidaridad con el Tíbet se ha ganado la ayuda de numerosas organizaciones, como la «Free Tibet Campaign», para difundir su mensaje.
Gracias a celebridades como el actor Richard Gere o a páginas web como www.stoptibet crisis.net y www.dalailama.com, los tibetanos no están solos a la hora de presionar a China para que acepte una salida dialogada a este conflicto que está enturbiando su año olímpico.
Por su parte, el Dalai Lama encabezó el rezo en la ciudad india de Dharamsala en la que reside, donde pidió a sus seguidores que sigan en sus «prácticas de no violencia».
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