LA DIFICULTAD
Ricardo Lagos Weber:
"Cuando uno es pariente de una autoridad hay costos adicionales"
El hijo mayor del Presidente asegura que su familia no se siente perseguida por la prensa, pero que a ratos "no ha habido una cobertura ecuánime" de los hechos que afectan a sus familiares. Lagos Weber dice también que no le incomoda que Michelle Bachelet se distancie de su padre y diga que ella no quiere tener parientes en su gobierno. "Es una decisión legítima de su parte", y añade: "Estamos hablando de personas, de liderazgos y responsabilidades completamente diferentes".
Claudia Alamo
Fecha edición: 25-09-2005
Tiene 43 años y es el hijo mayor del Presidente. A principios de este año tomó rumbo propio y se fue de la Dirección Económica de la Cancillería -donde había sido nombrado por Eduardo Frei en 1995, cuando su padre era ministro y el líder del PS-PPD- para postular como candidato. El intento duró poco. Su nombre generó conflicto entre los socios de la Concertación y optó por hacerse a un lado para no complicar la negociación parlamentaria. Lo han criticado por no pelear su cupo hasta el final, pero Lagos Weber consideró que eso habría generado un ruido más que una contribución. "Tampoco creo que el país se haya perdido al parlamentario del año", dice con ironía, pero inmediatamente afirma que ese fue un costo que le dolió en lo personal. "Tenía ganas de hacerlo. Pero no se dio no más...".
Desde entonces se ha convertido en uno de los rostros jóvenes del comando de Michelle Bachelet, donde comparte oficina con Ricardo Solari, su amigo desde hace tiempo y jefe de comunicaciones de la campaña, y también con Pablo Halpern.
Ricardo Lagos junior trabaja para que Bachelet suceda a su padre en La Moneda y su misión es manejar el área internacional de la campaña junto al DC José Tomás Jocelyn Holt. Pero en el plano nacional, este economista y abogado también tiene una mirada. Cree que el país está en otra, que ya no se necesitan políticos transversales, sino que caras nuevas que dominen bien los aspectos técnicos de las políticas públicas. En el plano familiar, defiende a su padre y a su familia y habla de los costos que ha debido pagar en estos años por ser hijo del Presidente de la República.
Aquí da sus motivos:
Su padre, el Presidente Ricardo Lagos, generó un debate al reclamar por un artículo que da a conocer sospechas de irregularidades en un contrato entre una empresa del Estado y uno de sus parientes, lo que se tradujo en el envío de una carta en términos inusitadamente duros a El Mercurio. ¿Cómo ha observado usted ese episodio?
Leí la carta en los diarios. Y no sólo era un tema sobre los parientes. También él habló de los ataques a su Presidencia. Mi padre entendió que aquí no ha habido una cobertura adecuada ni ecuánime respecto de los hechos. Por lo demás, entiendo, era una carta personal. Hay muchas cartas que son personales y no todas se publican.
El hecho de que fuera una carta personal, ¿no podría entenderse como una presión indebida?
Si uno lee bien la carta, se da cuenta de que él hace referencia a conocimientos recíprocos entre uno y otro. En el pasado, ellos han conversado privadamente sobre estos temas. Y es a eso a lo que hace referencia mi padre en esa carta. En el fondo, trasunta una especie de decepción en que pese a lo conversado no fue posible superar las diferencias. En consecuencia, no tiene nada de ilegítimo. Nada de presión.
¿No se equivoca su padre al cuestionar la publicación de artículos de prensa en esos términos?
No, para nada. El tiene todo el derecho a representarle a una persona, con la cual ha conversado estos temas en el pasado, que piensa distinto y expresar su opinión. No veo por qué puede ser un error decir lo que uno piensa...
Porque es el Presidente de la República y eso puede generar una sensación de presión.
No veo cuál es la presión. ¿Una carta privada diciendo que no le parece la forma en que se han abordado muchos temas de su Presidencia le va a generar alguna presión a un medio que durante 17 años defendió a Pinochet? No creo que eso le genere ningún problema.
¿Hay una percepción generalizada en su familia de que han sido maltratados por los medios?
No. Pero creo que, a ratos, no hay una cobertura correcta. La forma en que a veces se cubren las noticias, al final hacen que se termine juzgando a las personas antes que haya resultados. El caso del MOP-Gescam fue muy claro en ese sentido. En junio pasado se creó una comisión investigadora con bombos y platillos, y al final, los diputados Lily Pérez y Pablo Longueira reconocieron que no había nada irregular. El punto, por tanto, es que en ocasiones se generan daños innecesarios a la honra de las personas.
Pero en casos como el contrato de una empresa en la que trabaja Roberto Durán con Correos de Chile, ¿no es legítimo que la prensa indague si existen antecedentes de posibles irregularidades?
Creo que no cabe hablar más sobre ese tema. La gente se formó su opinión. El Presidente dijo lo que pensaba.
¿No fue un error que, desde el comienzo, el Presidente haya tenido familiares en su gobierno?
No creo que el hecho de que yo haya estado en su gobierno haya sido un error para Lagos. Yo estaba en la Cancillería desde mucho antes que él fuera Presidente.
Está el casa de su cuñado Gonzalo Rivas, quien renunció a la vicepresidencia de la Corfo por el impacto del caso Corfo-Inverlink...
El estaba en el gobierno antes de que llegara el Presidente Lagos. Fue nombrado en la Corfo por el Presidente Frei. Así que tampoco veo el error. Lo que sí me queda claro es que cuando uno es pariente de una autoridad, ya sea del Presidente, de un ministro o de un parlamentario, hay costos adicionales desde el punto de vista de la manera en que te juzgan otros. O sea, hay un costo inherente sólo por el hecho de ser pariente.
Pero usted no ha sufrido ese costo.
¿No he sufrido ese costo? A mí me acusaron de nepotismo los primos Monckeberg. Me acusaron que tenía contratos con la Dirección General Económica, en consecuencia que ese era mi sueldo, porque yo tenía un contrato a honorarios. Más aún. El mismo Mercurio me regaló una plana entera en el cuerpo de Reportajes un domingo de diciembre cuando estábamos terminando de negociar el acuerdo con Estados Unidos. La nota se titulaba: "El traspié de Lagos junior" y hablaba de todo lo que Lagos Weber no había logrado hacer en ese acuerdo. Cuatro días después, en primera plana, el mismo diario tituló: "Chile y Estados Unidos sellan histórico pacto". Yo esperaba que al domingo siguiente publicaran una reparación. No la hubo. Sólo recibí una llamada del director del diario para ofrecerme una entrevista y reparar así el mal causado.
¿Y aceptó la oferta?
No. Si ellos habían cometido un error, ellos mismos tendrían que haberlo reparado. En el fondo, considero que así como uno tiene que ser cuidadoso cuando es pariente de una autoridad pública, porque eres objeto de mayor escrutinio, también los medios de comunicación tienen que ser cuidadosos y no prejuzgar situaciones que no están acreditadas.
Pero el rol de los medios no es cuidar a los familiares del Presidente ni de las autoridades.
Obviamente que no. El rol de los medios es informar en forma adecuada, pero sobre todo veraz. Si se trata de informar que alguien pasó una luz roja, lo primero es chequear si efectivamente esa persona se pasó la luz roja o si eso lo dijo alguien que iba pasando por ahí. Ese el tema. No el rol de la prensa.
Los costos del hijo
¿Cuánta presión ha sentido desde que su padre asumió la Presidencia?
Esas cosas se llevan por dentro, no se andan ventilando. No corresponde. Los que están en el entorno de una figura pública tienen los mismos dramas que cualquier chileno. Por lo tanto, no me siento particularmente más sufrido. Pero sí reconozco que tiene costos ser hijo del Presidente. Es presionante, desgastador, porque siempre estás en la mira de los demás. Pero esta cuestión no es puro costo. Yo camino por la calle muy orgulloso del papá que tengo y de que le haya ido bien en su gobierno. Entonces, ha sido de dulce y de agraz.
¿No tenía considerado que era predecible que se cuestionara a familiares del Presidente?
Yo habló por mí, no por el resto de la familia. En ese sentido, no me imaginé que a ratos esto podía ser tan fuerte. Pero si tuviera que mirar hacia atrás, como familia siempre hemos tratado de funcionar con dos principios rectores: no creerse el cuento, porque esto tiene fecha de vencimiento como yogur. Es hasta el 11 de marzo del 2006. Y lo segundo, tratar de no desubicarse.
Se ha dicho que a la familia no le gusta la idea de que Lagos pudiera ir a una reelección en 2009. ¿Es tan así?
Bueno, si en esta entrevista la periodista lleva más de 10 minutos preguntándome sobre los costos que esto ha tenido para la familia, creo que la pregunta se responde por sí misma.
Derechamente, ¿a usted no le gustaría?
Para ser franco, hoy no me cabe en la cabeza hablar de la reelección. Estoy abocado a contribuir para que Michelle Bachelet sea la próxima Presidenta. Empezar a preocuparse de la elección siguiente me resulta increíble. Gocemos primero tener una Presidenta mujer.
Lagos y Bachelet
¿Qué le pasa, por ejemplo, cuando su candidata presidencial ha dicho que no quiere tener familiares en su entorno? ¿No hay ahí una crítica velada?
Me parece que es una decisión legítima de su parte. Lo que ella está viendo es lo que vemos todos: que tener familiares en el entorno de tu gobierno te puede generar dificultades.
Hay otros puntos en que Bachelet se ha diferenciado de Lagos, como cuando discrepó del indulto que su padre le dio a Manuel Contreras Donaire. ¿Eso no lo incomoda?
No. Entiendo perfectamente que estamos hablando de personas distintas, con énfasis y responsabilidades completamente diferentes. No me pierdo en eso. Varias veces Michelle Bachelet ha puesto acentos distintos respecto de los criterios del gobierno y eso es parte del juego democrático, de la personalidad y del liderazgo que cada uno tiene. También es parte de la riqueza de la Concertación.
Pero debe ser una situación difícil considerando que en política las relaciones entre el sucesor y el antecesor no son fáciles. Existe la necesidad de diferenciarse...
Bueno, esa es la esencia de la naturaleza humana. En cualquier pega, cuando llega un jefe nuevo se quiere diferenciar del antiguo. Y para empezar cambia a los colaboradores. Aquí va a pasar lo mismo. Pero eso no tiene nada de malo. En lo grueso el Presidente Lagos y Michelle Bachelet apuestan al mismo proyecto de país: una sociedad con igualdad de oportunidades para todos.
Los nuevos afectos
Eugenio Tironi ha planteado que está surgiendo una nueva Concertación, menos afectuosa y más anclada en la formalidad de los partidos. ¿Está de acuerdo?
Eso no es tan correcto. El liderazgo de Michelle Bachelet no es un fenómeno que emergió de los partidos. Su alto nivel de adhesión es reflejo de un apoyo ciudadano concertacionista, de gente a la que los partidos le resultan indiferentes. Lo que sí es verdad es que los partidos están teniendo un rol más importante. Y eso no es malo. Pero su desafío es lograr más sintonía con la ciudadanía. Y ahí es donde tenemos que hacer más esfuerzos.
¿Por qué no están en sintonía?
Les cuesta. Fíjate que ellos no fueron capaces de hacer el trabajo de la plantilla parlamentaria. En las sociedades modernas, cuando los partidos tienen un papel más protagónico, es un asunto que resuelven ellos. No le piden ayuda a nadie. Entonces, coincido en que los partidos tienen que ser más fuertes, pero también tienen que hacer la pega interna y enganchar con la gente.
¿Y qué me dice de la falta de afectos, de complicidad con que la Concertación funcionaba? ¿No podría ser ese un problema?
Evidentemente, la Concertación está cambiando. Es lógico que tenga que haber un recambio. Cuando Lagos termine, la Concertación va a haber gobernado por 16 años. Es un tiempo casi equivalente a los 17 años de dictadura. Por lo tanto, es obvio que tienen que venir caras nuevas. ¿Por qué no va a haber afectos, criterios transversales en esta nueva Concertación? ¿Por qué yo no me voy a poder entender, por ejemplo, con Alberto Undurraga, que somos de la misma generación? Los afectos se construyen, se van generando en el día a día.
Entonces, a su juicio, ¿se está haciendo un duelo por la partida de una generación que lideró a la Concertación hasta ahora y que ya no tiene rol?
Primero, he escuchado a muchos ex Mapu que dicen que están vivitos y coleando, que no piensan jubilarse. Evidentemente, como dijo Oscar Guillermo Garretón, muchos de ellos ya tienen 60 años, es natural que haya un recambio. No entiendo lo que estamos discutiendo.
Que pueda generarse un vacío si deja de existir la transversalidad que ha tenido la coalición en estos años.
¿Un vacío? ¿Hay una generación que era clave? La verdad es que estamos ante una mujer joven que va a dirigir un cuarto gobierno. Y eso no es menor. Michelle Bachelet debe tener la misma edad, o tal vez es más joven, que cuando Eduardo Frei fue Presidente. Eso es un cambio. Ella tiene una visión distinta, va a poner gente nueva, con experiencia. No sé. No puedo hablar por los demás, pero yo no pertenezco a ningún grupo, a ninguna generación en especial, no tengo un pasado de dirigente juvenil estudiantil, pero creo que tengo capacidad para entenderme con mucha gente y generar afectos con mucha gente. Y así como yo, hay muchos más... Entonces, la verdad es que me cuesta entender esta discusión. Tal vez porque parte de un supuesto que no comparto: de que aquí hubo gente que fue clave y que sin ellos esto no habría funcionado. Yo discrepo. Esa gente fue súper importante, pero no fueron los únicos. Ellos por sí solos no habrían hecho nada. Eso es como decir que la transición la hizo sólo un grupo. Todos contribuyeron a eso.
Pero hasta ahora la Concertación funcionaba sobre la base de acuerdos transversales, de personeros que hacían el link entre diversos mundos, muchos eran del Mapu...
Pero hoy en día se necesita tener un nexo, un vínculo entre diferentes mundos. ¿Hay un vacío en eso? Yo no lo veo. No quiero desmerecer el que muchos jugaron un rol transversal cuando era necesario. Pero la verdad es que Chile ha cambiado en estos 16 años. Tenemos una democracia que ha ido madurando. Ha habido un gran cambio cultural, hay más confianza en las instituciones y los chilenos exigen más. Les exigen más a su gobierno, a su municipalidad, a su isapre, al banco. El primer gobierno de la Concertación estaba abocado a recuperar la democracia. Pero esa no es una discusión de ahora. El transversalismo obedecía a otras necesidades que tenía el país. Hoy es otra la demanda de la ciudadanía. La gente quiere que la salud funcione, que la previsión sea justa, que la educación preescolar sea buena. Eso es lo que te van a exigir. Eso es lo que representa Michelle. Y eso hace que los actores que se requieren para el futuro sean distintos.
¿Distintos en qué?
Tal vez no tienen que ser transversales. Necesitas buenos técnicos, gente que sea capaz de llevar a cabo los proyectos de ley y generar los consensos en el Parlamento con la oposición y al interior de la Concertación. Ese es otro tipo de expertise, porque en esta nueva demanda tal vez no se requiere a los personajes de antaño. Y Michelle Bachelet está cantada para hacerlo, porque no está politizada en ese punto de vista. Los chilenos se acostumbraron a que los gobiernos tienen que hacer cosas. Y para eso no necesitas tipos transversales.
¿Eso quiere decir que hay una generación que ya no tiene un rol que jugar?
No. Todas las generaciones tienen un rol que jugar. Siempre va a haber dificultades políticas, siempre se va a requerir esa experiencia. No veo por qué hay que mandar a gente que tiene mucha trayectoria para la casa. Otra cosa es que las demandas, en términos generales, van a ser de distinta naturaleza. Te insisto: Chile ha cambiado mucho en los últimos 10 años. Los temores que generaba el señor Lagos en el 99 eran de una envergadura distinta a los que enfrenta Michelle Bachelet hoy. ¿Y por qué es eso? Porque estamos en otra. Estamos en un país un poquito más normal y moderno que quiere abocarse a resolver los problemas de la gente. Antes teníamos que lidiar con la salud, con la educación, con la transición. Ahora Chile está pidiendo otra cosa.
En ese sentido, ¿está de acuerdo con Bachelet de que nadie se repita el plato?
Ella ha planteado que quiere darles oportunidad a caras nuevas y está en condiciones de hacerlo porque, además, ella es bastante más joven que lo que han sido los presidentes anteriores de Chile. Y no sólo por edad, sino que por actitud. Con mucho respeto al Presidente Frei, que también era joven, él es una persona de carácter más conservador que Bachelet desde el punto de vista de su expresión. Michelle tiene un frescor. Eso es lo que le permite decir que les va a abrir espacio a caras nuevas.
¿Caras nuevas como usted?
No, lo mío es raro. Soy una cara nueva, pero con nombre repetido. Una cara nueva es Rodrigo Peñailillo, su jefe de gabinete, y muchos otros que están en el comando y que tienen de 40 años para abajo. Ahora, si de ahí alguien quiere colegir que los ministros y los subsecretarios también serán rostros nuevos, no tengo idea. El mensaje es que aquí se quiere hacer un recambio.
"Cuando uno es pariente de una autoridad hay costos adicionales"
El hijo mayor del Presidente asegura que su familia no se siente perseguida por la prensa, pero que a ratos "no ha habido una cobertura ecuánime" de los hechos que afectan a sus familiares. Lagos Weber dice también que no le incomoda que Michelle Bachelet se distancie de su padre y diga que ella no quiere tener parientes en su gobierno. "Es una decisión legítima de su parte", y añade: "Estamos hablando de personas, de liderazgos y responsabilidades completamente diferentes".
Claudia Alamo
Fecha edición: 25-09-2005
Tiene 43 años y es el hijo mayor del Presidente. A principios de este año tomó rumbo propio y se fue de la Dirección Económica de la Cancillería -donde había sido nombrado por Eduardo Frei en 1995, cuando su padre era ministro y el líder del PS-PPD- para postular como candidato. El intento duró poco. Su nombre generó conflicto entre los socios de la Concertación y optó por hacerse a un lado para no complicar la negociación parlamentaria. Lo han criticado por no pelear su cupo hasta el final, pero Lagos Weber consideró que eso habría generado un ruido más que una contribución. "Tampoco creo que el país se haya perdido al parlamentario del año", dice con ironía, pero inmediatamente afirma que ese fue un costo que le dolió en lo personal. "Tenía ganas de hacerlo. Pero no se dio no más...".
Desde entonces se ha convertido en uno de los rostros jóvenes del comando de Michelle Bachelet, donde comparte oficina con Ricardo Solari, su amigo desde hace tiempo y jefe de comunicaciones de la campaña, y también con Pablo Halpern.
Ricardo Lagos junior trabaja para que Bachelet suceda a su padre en La Moneda y su misión es manejar el área internacional de la campaña junto al DC José Tomás Jocelyn Holt. Pero en el plano nacional, este economista y abogado también tiene una mirada. Cree que el país está en otra, que ya no se necesitan políticos transversales, sino que caras nuevas que dominen bien los aspectos técnicos de las políticas públicas. En el plano familiar, defiende a su padre y a su familia y habla de los costos que ha debido pagar en estos años por ser hijo del Presidente de la República.
Aquí da sus motivos:
Su padre, el Presidente Ricardo Lagos, generó un debate al reclamar por un artículo que da a conocer sospechas de irregularidades en un contrato entre una empresa del Estado y uno de sus parientes, lo que se tradujo en el envío de una carta en términos inusitadamente duros a El Mercurio. ¿Cómo ha observado usted ese episodio?
Leí la carta en los diarios. Y no sólo era un tema sobre los parientes. También él habló de los ataques a su Presidencia. Mi padre entendió que aquí no ha habido una cobertura adecuada ni ecuánime respecto de los hechos. Por lo demás, entiendo, era una carta personal. Hay muchas cartas que son personales y no todas se publican.
El hecho de que fuera una carta personal, ¿no podría entenderse como una presión indebida?
Si uno lee bien la carta, se da cuenta de que él hace referencia a conocimientos recíprocos entre uno y otro. En el pasado, ellos han conversado privadamente sobre estos temas. Y es a eso a lo que hace referencia mi padre en esa carta. En el fondo, trasunta una especie de decepción en que pese a lo conversado no fue posible superar las diferencias. En consecuencia, no tiene nada de ilegítimo. Nada de presión.
¿No se equivoca su padre al cuestionar la publicación de artículos de prensa en esos términos?
No, para nada. El tiene todo el derecho a representarle a una persona, con la cual ha conversado estos temas en el pasado, que piensa distinto y expresar su opinión. No veo por qué puede ser un error decir lo que uno piensa...
Porque es el Presidente de la República y eso puede generar una sensación de presión.
No veo cuál es la presión. ¿Una carta privada diciendo que no le parece la forma en que se han abordado muchos temas de su Presidencia le va a generar alguna presión a un medio que durante 17 años defendió a Pinochet? No creo que eso le genere ningún problema.
¿Hay una percepción generalizada en su familia de que han sido maltratados por los medios?
No. Pero creo que, a ratos, no hay una cobertura correcta. La forma en que a veces se cubren las noticias, al final hacen que se termine juzgando a las personas antes que haya resultados. El caso del MOP-Gescam fue muy claro en ese sentido. En junio pasado se creó una comisión investigadora con bombos y platillos, y al final, los diputados Lily Pérez y Pablo Longueira reconocieron que no había nada irregular. El punto, por tanto, es que en ocasiones se generan daños innecesarios a la honra de las personas.
Pero en casos como el contrato de una empresa en la que trabaja Roberto Durán con Correos de Chile, ¿no es legítimo que la prensa indague si existen antecedentes de posibles irregularidades?
Creo que no cabe hablar más sobre ese tema. La gente se formó su opinión. El Presidente dijo lo que pensaba.
¿No fue un error que, desde el comienzo, el Presidente haya tenido familiares en su gobierno?
No creo que el hecho de que yo haya estado en su gobierno haya sido un error para Lagos. Yo estaba en la Cancillería desde mucho antes que él fuera Presidente.
Está el casa de su cuñado Gonzalo Rivas, quien renunció a la vicepresidencia de la Corfo por el impacto del caso Corfo-Inverlink...
El estaba en el gobierno antes de que llegara el Presidente Lagos. Fue nombrado en la Corfo por el Presidente Frei. Así que tampoco veo el error. Lo que sí me queda claro es que cuando uno es pariente de una autoridad, ya sea del Presidente, de un ministro o de un parlamentario, hay costos adicionales desde el punto de vista de la manera en que te juzgan otros. O sea, hay un costo inherente sólo por el hecho de ser pariente.
Pero usted no ha sufrido ese costo.
¿No he sufrido ese costo? A mí me acusaron de nepotismo los primos Monckeberg. Me acusaron que tenía contratos con la Dirección General Económica, en consecuencia que ese era mi sueldo, porque yo tenía un contrato a honorarios. Más aún. El mismo Mercurio me regaló una plana entera en el cuerpo de Reportajes un domingo de diciembre cuando estábamos terminando de negociar el acuerdo con Estados Unidos. La nota se titulaba: "El traspié de Lagos junior" y hablaba de todo lo que Lagos Weber no había logrado hacer en ese acuerdo. Cuatro días después, en primera plana, el mismo diario tituló: "Chile y Estados Unidos sellan histórico pacto". Yo esperaba que al domingo siguiente publicaran una reparación. No la hubo. Sólo recibí una llamada del director del diario para ofrecerme una entrevista y reparar así el mal causado.
¿Y aceptó la oferta?
No. Si ellos habían cometido un error, ellos mismos tendrían que haberlo reparado. En el fondo, considero que así como uno tiene que ser cuidadoso cuando es pariente de una autoridad pública, porque eres objeto de mayor escrutinio, también los medios de comunicación tienen que ser cuidadosos y no prejuzgar situaciones que no están acreditadas.
Pero el rol de los medios no es cuidar a los familiares del Presidente ni de las autoridades.
Obviamente que no. El rol de los medios es informar en forma adecuada, pero sobre todo veraz. Si se trata de informar que alguien pasó una luz roja, lo primero es chequear si efectivamente esa persona se pasó la luz roja o si eso lo dijo alguien que iba pasando por ahí. Ese el tema. No el rol de la prensa.
Los costos del hijo
¿Cuánta presión ha sentido desde que su padre asumió la Presidencia?
Esas cosas se llevan por dentro, no se andan ventilando. No corresponde. Los que están en el entorno de una figura pública tienen los mismos dramas que cualquier chileno. Por lo tanto, no me siento particularmente más sufrido. Pero sí reconozco que tiene costos ser hijo del Presidente. Es presionante, desgastador, porque siempre estás en la mira de los demás. Pero esta cuestión no es puro costo. Yo camino por la calle muy orgulloso del papá que tengo y de que le haya ido bien en su gobierno. Entonces, ha sido de dulce y de agraz.
¿No tenía considerado que era predecible que se cuestionara a familiares del Presidente?
Yo habló por mí, no por el resto de la familia. En ese sentido, no me imaginé que a ratos esto podía ser tan fuerte. Pero si tuviera que mirar hacia atrás, como familia siempre hemos tratado de funcionar con dos principios rectores: no creerse el cuento, porque esto tiene fecha de vencimiento como yogur. Es hasta el 11 de marzo del 2006. Y lo segundo, tratar de no desubicarse.
Se ha dicho que a la familia no le gusta la idea de que Lagos pudiera ir a una reelección en 2009. ¿Es tan así?
Bueno, si en esta entrevista la periodista lleva más de 10 minutos preguntándome sobre los costos que esto ha tenido para la familia, creo que la pregunta se responde por sí misma.
Derechamente, ¿a usted no le gustaría?
Para ser franco, hoy no me cabe en la cabeza hablar de la reelección. Estoy abocado a contribuir para que Michelle Bachelet sea la próxima Presidenta. Empezar a preocuparse de la elección siguiente me resulta increíble. Gocemos primero tener una Presidenta mujer.
Lagos y Bachelet
¿Qué le pasa, por ejemplo, cuando su candidata presidencial ha dicho que no quiere tener familiares en su entorno? ¿No hay ahí una crítica velada?
Me parece que es una decisión legítima de su parte. Lo que ella está viendo es lo que vemos todos: que tener familiares en el entorno de tu gobierno te puede generar dificultades.
Hay otros puntos en que Bachelet se ha diferenciado de Lagos, como cuando discrepó del indulto que su padre le dio a Manuel Contreras Donaire. ¿Eso no lo incomoda?
No. Entiendo perfectamente que estamos hablando de personas distintas, con énfasis y responsabilidades completamente diferentes. No me pierdo en eso. Varias veces Michelle Bachelet ha puesto acentos distintos respecto de los criterios del gobierno y eso es parte del juego democrático, de la personalidad y del liderazgo que cada uno tiene. También es parte de la riqueza de la Concertación.
Pero debe ser una situación difícil considerando que en política las relaciones entre el sucesor y el antecesor no son fáciles. Existe la necesidad de diferenciarse...
Bueno, esa es la esencia de la naturaleza humana. En cualquier pega, cuando llega un jefe nuevo se quiere diferenciar del antiguo. Y para empezar cambia a los colaboradores. Aquí va a pasar lo mismo. Pero eso no tiene nada de malo. En lo grueso el Presidente Lagos y Michelle Bachelet apuestan al mismo proyecto de país: una sociedad con igualdad de oportunidades para todos.
Los nuevos afectos
Eugenio Tironi ha planteado que está surgiendo una nueva Concertación, menos afectuosa y más anclada en la formalidad de los partidos. ¿Está de acuerdo?
Eso no es tan correcto. El liderazgo de Michelle Bachelet no es un fenómeno que emergió de los partidos. Su alto nivel de adhesión es reflejo de un apoyo ciudadano concertacionista, de gente a la que los partidos le resultan indiferentes. Lo que sí es verdad es que los partidos están teniendo un rol más importante. Y eso no es malo. Pero su desafío es lograr más sintonía con la ciudadanía. Y ahí es donde tenemos que hacer más esfuerzos.
¿Por qué no están en sintonía?
Les cuesta. Fíjate que ellos no fueron capaces de hacer el trabajo de la plantilla parlamentaria. En las sociedades modernas, cuando los partidos tienen un papel más protagónico, es un asunto que resuelven ellos. No le piden ayuda a nadie. Entonces, coincido en que los partidos tienen que ser más fuertes, pero también tienen que hacer la pega interna y enganchar con la gente.
¿Y qué me dice de la falta de afectos, de complicidad con que la Concertación funcionaba? ¿No podría ser ese un problema?
Evidentemente, la Concertación está cambiando. Es lógico que tenga que haber un recambio. Cuando Lagos termine, la Concertación va a haber gobernado por 16 años. Es un tiempo casi equivalente a los 17 años de dictadura. Por lo tanto, es obvio que tienen que venir caras nuevas. ¿Por qué no va a haber afectos, criterios transversales en esta nueva Concertación? ¿Por qué yo no me voy a poder entender, por ejemplo, con Alberto Undurraga, que somos de la misma generación? Los afectos se construyen, se van generando en el día a día.
Entonces, a su juicio, ¿se está haciendo un duelo por la partida de una generación que lideró a la Concertación hasta ahora y que ya no tiene rol?
Primero, he escuchado a muchos ex Mapu que dicen que están vivitos y coleando, que no piensan jubilarse. Evidentemente, como dijo Oscar Guillermo Garretón, muchos de ellos ya tienen 60 años, es natural que haya un recambio. No entiendo lo que estamos discutiendo.
Que pueda generarse un vacío si deja de existir la transversalidad que ha tenido la coalición en estos años.
¿Un vacío? ¿Hay una generación que era clave? La verdad es que estamos ante una mujer joven que va a dirigir un cuarto gobierno. Y eso no es menor. Michelle Bachelet debe tener la misma edad, o tal vez es más joven, que cuando Eduardo Frei fue Presidente. Eso es un cambio. Ella tiene una visión distinta, va a poner gente nueva, con experiencia. No sé. No puedo hablar por los demás, pero yo no pertenezco a ningún grupo, a ninguna generación en especial, no tengo un pasado de dirigente juvenil estudiantil, pero creo que tengo capacidad para entenderme con mucha gente y generar afectos con mucha gente. Y así como yo, hay muchos más... Entonces, la verdad es que me cuesta entender esta discusión. Tal vez porque parte de un supuesto que no comparto: de que aquí hubo gente que fue clave y que sin ellos esto no habría funcionado. Yo discrepo. Esa gente fue súper importante, pero no fueron los únicos. Ellos por sí solos no habrían hecho nada. Eso es como decir que la transición la hizo sólo un grupo. Todos contribuyeron a eso.
Pero hasta ahora la Concertación funcionaba sobre la base de acuerdos transversales, de personeros que hacían el link entre diversos mundos, muchos eran del Mapu...
Pero hoy en día se necesita tener un nexo, un vínculo entre diferentes mundos. ¿Hay un vacío en eso? Yo no lo veo. No quiero desmerecer el que muchos jugaron un rol transversal cuando era necesario. Pero la verdad es que Chile ha cambiado en estos 16 años. Tenemos una democracia que ha ido madurando. Ha habido un gran cambio cultural, hay más confianza en las instituciones y los chilenos exigen más. Les exigen más a su gobierno, a su municipalidad, a su isapre, al banco. El primer gobierno de la Concertación estaba abocado a recuperar la democracia. Pero esa no es una discusión de ahora. El transversalismo obedecía a otras necesidades que tenía el país. Hoy es otra la demanda de la ciudadanía. La gente quiere que la salud funcione, que la previsión sea justa, que la educación preescolar sea buena. Eso es lo que te van a exigir. Eso es lo que representa Michelle. Y eso hace que los actores que se requieren para el futuro sean distintos.
¿Distintos en qué?
Tal vez no tienen que ser transversales. Necesitas buenos técnicos, gente que sea capaz de llevar a cabo los proyectos de ley y generar los consensos en el Parlamento con la oposición y al interior de la Concertación. Ese es otro tipo de expertise, porque en esta nueva demanda tal vez no se requiere a los personajes de antaño. Y Michelle Bachelet está cantada para hacerlo, porque no está politizada en ese punto de vista. Los chilenos se acostumbraron a que los gobiernos tienen que hacer cosas. Y para eso no necesitas tipos transversales.
¿Eso quiere decir que hay una generación que ya no tiene un rol que jugar?
No. Todas las generaciones tienen un rol que jugar. Siempre va a haber dificultades políticas, siempre se va a requerir esa experiencia. No veo por qué hay que mandar a gente que tiene mucha trayectoria para la casa. Otra cosa es que las demandas, en términos generales, van a ser de distinta naturaleza. Te insisto: Chile ha cambiado mucho en los últimos 10 años. Los temores que generaba el señor Lagos en el 99 eran de una envergadura distinta a los que enfrenta Michelle Bachelet hoy. ¿Y por qué es eso? Porque estamos en otra. Estamos en un país un poquito más normal y moderno que quiere abocarse a resolver los problemas de la gente. Antes teníamos que lidiar con la salud, con la educación, con la transición. Ahora Chile está pidiendo otra cosa.
En ese sentido, ¿está de acuerdo con Bachelet de que nadie se repita el plato?
Ella ha planteado que quiere darles oportunidad a caras nuevas y está en condiciones de hacerlo porque, además, ella es bastante más joven que lo que han sido los presidentes anteriores de Chile. Y no sólo por edad, sino que por actitud. Con mucho respeto al Presidente Frei, que también era joven, él es una persona de carácter más conservador que Bachelet desde el punto de vista de su expresión. Michelle tiene un frescor. Eso es lo que le permite decir que les va a abrir espacio a caras nuevas.
¿Caras nuevas como usted?
No, lo mío es raro. Soy una cara nueva, pero con nombre repetido. Una cara nueva es Rodrigo Peñailillo, su jefe de gabinete, y muchos otros que están en el comando y que tienen de 40 años para abajo. Ahora, si de ahí alguien quiere colegir que los ministros y los subsecretarios también serán rostros nuevos, no tengo idea. El mensaje es que aquí se quiere hacer un recambio.
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