martes, mayo 22, 2007

EL VASCO MENDIGUREN



José Ignacio de Mendiguren (56)

"Me jugué todo, como mi padre"

Defiende la híper devaluación que impulsó en el 2002. Bajó el perfil, se dedica a la actividad agrícola y fabrica tejidos industriales. Familia y costos.

Proponerle a José Ignacio de Mendiguren repasar su rol en la Argentina durante la crisis de 2001 es llamarlo a su juego. Llega cargado de documentos, recortes de revistas de la época y libros. Son sus pruebas de que él advirtió mucho antes de diciembre de 2001 que la salida de la convertibilidad era inevitable, y también le permiten argumentar contra sus detractores. "Que la convertibilidad no daba para más, era algo que podía advertir un perito mercantil", dice, y revela cierto enojo con la sociedad por no haber condenado a los pronosticadores de un dólar a 20 pesos o de un cierre masivo de bancos. "López Murphy dijo que iba a quedar uno de cada tres bancos. ¿Cuántas malas decisiones le hizo tomar a la gente que lo escuchaba? No puede ser que la palabra de todos valga lo mismo", cuestiona.A cuatro años de la crisis, con una economía que acumula más de un 30% de crecimiento del Producto Bruto, De Mendiguren se siente reivindicado. Sin embargo, en su entorno cuentan que el estigma de haber sido señalado como uno de los beneficiados por la híper devaluación y pesificación -a pesar de no tener deudas y de haber perdido su importadora de calzado en el medio de la crisis- lo hizo desistir de la idea de retomar el control de la textil Coniglio, que fundó su familia y vendió en los ‘90. Optó por quedarse con la actividad agrícola y con una fábrica de tejidos industriales y alpargatas, y mantener un perfil más bajo.Noticias: Usted dice que defendían la convertibilidad sus ganadores, pero la devaluación también dejó ganadores y perdedores. ¿Quiénes fueron?José Ignacio de Mendiguren: Es cierto que los trabajadores, los sectores más bajos, pagaron el mayor costo inmediato, pero hoy tienen la esperanza de que el crecimiento los incluya. Si no, igual iban a pagar el costo, pero no iban a tener opción. Los ganadores fueron el campo y los exportadores. Nosotros en el Gobierno lo sabíamos, pero era el camino. Si se para un tren hay que arreglar primero la locomotora, no el vagón. Por eso les pusimos las retenciones, y además no dimos seguro de cambio.Noticias: ¿Le dolió dejar el cargo en el Ministerio de la Producción?De Mendiguren: Sí, pero lo hice porque sabía que el Gobierno necesitaba oxigenarse. Lo que no pensábamos era que no iba a haber otro empresario que asumiera la responsabilidad. De haber imaginado ese escenario, no me hubiera ido.Noticias: ¿La UIA lo impulsó a asumir el cargo y luego lo dejó sólo?De Mendiguren: Creo que algunos no pensaban que la tarea iba a ser tan dura. Requería mucho sacrificio. Yo sabía que iba a ser muy duro porque no proponíamos salir de la Convertibilidad simplemente, proponíamos cambiar de paradigma. Cambiaba el modelo del sector productivo por el modelo del Estado asociado al sector financiero. La pelea iba a ser dura y los que estaban del otro lado eran las privatizadas, los bancos extranjeros… No eran chicos.Noticias: Su familia tuvo que pagar el costo de su exposición, ¿nunca se lo reprocharon?De Mendiguren: Yo contaba con el apoyo de mi familia. Cuando me convocó Duhalde, dos de mis hijos ya estaban en la casa que habíamos alquilado para veranear. Los llamé y me reuní con los que todavía estaban acá y les conté la propuesta. Sabían que era el proyecto que siempre había defendido, tenía que hacerme cargo. Yo repetí la historia de mi padre.

Noticias: ¿Cómo es eso? ¿Era cuestión de mandato familiar?De Mendiguren: Una de mis tías siempre me lo dice. Mi padre vivía en el País Vasco y tenía una muy buena posición. Se podría decir que estaba hecho cuando se vino la guerra por la autonomía, y decidió asumir como ministro de Relaciones Exteriores del gobierno vasco. Se jugó todo y perdió todo. Pero era su causa. Terminó exiliado en la Argentina. Yo repetí esa historia. Cuando Duhalde me llamó yo tenía una posición cómoda, no me hacía falta nada, tenía todo para perder, pero era mi causa.Noticias: ¿Qué fue lo que más relegó en lo personal durante ese tiempo?De Mendiguren: En lo personal, creo que descuidé un poco mi empresa textil. Noticias: ¿Por qué? ¿Justo cuando iba a empezar a andar bien?De Mendiguren: Porque el tiempo libre que tenía se lo dedicaba al campo. Ahí crecí mucho. El trabajo en el campo me calmaba. Además, ir al interior me cargaba las pilas, porque ahí el proyecto productivo ya estaba en marcha y la gente me lo reconocía. De ahí, y de los contactos que yo arrastraba en el interior del país por mi paso por el Banco Nación, recolectaba información de todas las empresas que ya por febrero del 2002 comenzaban a ponerse en marcha y le llevaba los datos a Duhalde. Salía de mi casa todas las mañanas y antes de ir al Ministerio pasaba por Olivos y le daba el parte al Presidente del número de empresas que había reabierto las puertas y los empleados que se habían sumado. Mi hermano me decía en esa época que yo debería vivir en el campo, donde están los que piensan como yo; en cambio, vivo en Las Lomas de San Isidro, donde me puteaban todos los que extrañaban viajar de shopping a Miami.Noticias: ¿Y ahora sus vecinos de Las Lomas qué le dicen?De Mendiguren: Jamás van a reconocer que estaban equivocados. Noticias: ¿Pensó en irse del país cuando dejó el Ministerio y era tan perseguido? De Mendiguren: Nunca. Sí pensé, por cuestiones de exposición y de seguridad, que mis hijos se fueran a estudiar un tiempo afuera, quizás a Chile, pero finalmente no lo hicieron. Nos quedamos todos. Ni siquiera fui a terapia durante ese tiempo.Noticias: ¿Nunca se bajoneó?De Mendiguren: Sí, a fines del 2002 me puse muy mal, cuando comenzó la campaña electoral y estaba la posibilidad de que Menem volviera a ser una alternativa me bajoneé mucho, no podía creer que hubiera una nueva apuesta por el neoliberalismo. Incluso en la UIA había quienes lo apoyaban, después de la crisis que habían pasado los industriales. Creo que muchos empresarios lo apoyaban porque apostaban a la salvación individual, a que la relación personal los salvara. Pero si Menem y el neoliberalismo ganaban era porque los argentinos, con semejante crisis, no habíamos aprendido nada. Además, si ganaba Menem, ahí sí que me tenía que ir del país. l
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